Partido Popular
“Cayetana, a la búsqueda de un relato”
A Cayetana le sucede lo mismo que a Soraya y es que no tiene ningún peso en el PP
En los tiempos políticos que vivimos lo más importante no es la verdad, sino el relato. Ahora estamos asistiendo, precisamente, a un proceso de idealización donde Cayetana, su entorno y sus amigos construyen un relato alrededor de una heroica defensora de la libertad que habría sido purgada por la dirección de un partido que ha decidido convertirse en una parte más del atrezo en el escenario organizado por el gobierno social-comunista.
Nada ha sucedido que indique que Casado se vaya a entregar al dúo Sánchez&Iglesias o se haya transformado en marianista o sorayista, porque el sorayismo, además, siempre fue irrelevante en el PP. Ahora que la exvicepresidenta se dedica a la abogacía, su espíritu político ha quedado arrumbado en el polvoriento desván de los caídos en la sede del PP. Nada que nos sorprenda, porque no hay nada más efímero que el poder y cuando se pierde llega el olvido.
Los marianistas son ahora fervorosos seguidores de Casado que sufre el mismo acoso político y mediático que en su día aplicó la izquierda a Aznar o Rajoy. La memoria es frágil, tanto como los pelotas que se cambian de bando a la velocidad del sonido, por lo que olvidamos lo que se decía de sus antecesores cuando estaban en la oposición.
A Cayetana le sucede lo mismo que a Soraya y es que no tiene ningún peso en el PP. El poder de ambas era gregario porque venía del líder, aunque es verdad que la exvicepresidenta pudo dar la batalla porque Rajoy se volcó, sin éxito, para que fuera su sucesora. Las dos fueron nombradas a dedo, aunque una fue más lista y maniobrera consiguiendo llegar al consejo de ministros mientras que la otra ha quemado sus barcos.
A pesar del interesado afecto que le muestran en Ciudadanos y Vox, que solo responde al deseo de utilizarla como ariete para arremeter contra el PP. No creo que Abascal o Arrimadas le ofrezcan nada a pesar de los elogios envenenados que hemos escuchado. Ahora asistimos a esa búsqueda de un relato para construir su futuro y encarrilar su ambición que no será la docencia sino el periodismo, las tertulias y alguna fundación.
La fábula de su incompatibilidad con Casado, que simplemente era su aspiración para imponer un liderazgo bifronte, es el epílogo de una etapa y el inicio de una nueva donde encontrará un acomodo que le permita vengarse de quien apostó por ella.
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