Opinión

“Los sueños de Corina”

La historia está llena de hombres y mujeres que han utilizado la cama para conseguir sus objetivos.

Bel-Ami es una excelente novela de Guy de Maupassant que refleja con gran talento la vida de un arribista que utiliza las mujeres para alcanzar el éxito y la riqueza en el París de finales del siglo XIX. Georges Duroy tiene un origen humilde y su cultura es escasa, pero cuenta con un físico atractivo y un pasado militar como suboficial en África. Es precisamente su antiguo compañero de armas Charles Forestier, que trabaja como periodista, que lo encuentra sin medios y le abre las puertas de un futuro espléndido.

Todos le ayudaran en su ascenso social, como Madeleine Forestier que escribe sus textos, y los irá dejando por el camino hasta conseguir el éxito final casándose con la hija del jefe. La historia está llena de hombres y mujeres que han utilizado la cama para conseguir sus objetivos. Corina Larsen reapareció ayer gracias a una entrevista que le ha hecho la BBC y en la que muestra su capacidad de fabulación. Al igual que el protagonista de Bel-Ami, persigue el ascenso social utilizando su capacidad de seducción.

Hay una pauta muy interesante y es la búsqueda de hombres poderosos. No hay duda de su inteligencia, habilidad para relacionarse y dominio de los idiomas, pero es evidente que el colofón de su búsqueda de títulos y honores era, nada más y nada menos, que un rey de España. Hay personas que tienen una enorme fascinación por este tipo de cuestiones. Uno de sus esposos era un segundón de una rama de los Sayn-Wittgenstein. Una familia de la nobleza alemana que desde hace algunas generaciones, tampoco demasiadas, utiliza el título de príncipe.

Esta condición, como sucede en Italia, no tiene la importancia o relevancia que algunos han creído. En el caso del segundón, además, es un tratamiento de cortesía como sucede en Inglaterra con los hermanos del heredero del título. Randolph Churchill, el padre del futuro primer ministro, era hijo del duque de Marlborough, pero el heredero era su hermano. Por ello, era lord Randolph y lo mismo sucede con la nobleza alemana.

Ahora tenemos claro que Corina esperaba que don Juan Carlos se casara con ella, algo muy romántico en las películas y en las novelas pero que parece que es el resultado de su capacidad de fabulación. En cualquier caso, nunca hubiera sido reina de España. No sé si se veía como Wallis Simpson o se creía la marquesa de Montespan.