Opinión

“La Catastrófica Nueva Normalidad”

La preocupación hace que no sepamos cómo será el regreso tras este adormecedor letargo que ha provocado el verano, pero las familias tienen miedo de llevar los hijos al colegio

El gobierno social-comunista sufre ahora las consecuencias de haber cometido algunos errores de manual en la gestión de la pandemia. El primero fue no involucrar al principal partido de la oposición y prefirió actuar en solitario, aunque atacando a los que no asumían sin rechistar las decisiones que iba adoptando. He defendido que era bueno buscar la participación, que no significa establecer un modelo de decisión asambleario, porque siempre es más eficaz para hacer frente a una catástrofe sanitaria. No eran suficientes ni las reuniones con los presidentes de las comunidades autónomas ni los sermones semanales de Pedro Sánchez.

Con esto no cuestiono que todos querían acabar lo antes posible con la pandemia. Es verdad que siempre es más cómodo hacer las cosas sin contar con nadie más que con los tuyos, pero entonces también hay que asumir las consecuencias si algo sale mal o no se cumplen las previsiones. El largo confinamiento generó, también, una inconsistente idea de que con su conclusión habríamos derrotado a la covid-19, aunque sólo fuera hasta el otoño. La realidad es que no ha sido así y la percepción de la mayoría de la sociedad es que el Gobierno no ha sabido gestionar el desconfinamiento.

Los datos sanitarios están generando una importante alarma social. He defendido siempre que el gobierno tiene que coordinar, porque somos un Estado compuesto y las competencias las tienen las autonomías, que son las que tienen que gestionar y son las que actúan sobre el terreno.

Otro error muy grave es que no ha sido prudente al valorar su gestión de la pandemia y se cayó en el triunfalismo y la propaganda política cuando se inauguró la Nueva Normalidad. No hay más que recordar lo que se decía entonces y una vez más compararlo con la realidad actual. La crisis económica destroza no sólo las optimistas previsiones iniciales del Gobierno sino las posteriores modificaciones pesimistas.

Ahora ya no sabemos dónde estamos, pero todo indica que será mucho peor que la crisis anterior. La preocupación hace que no sepamos cómo será el regreso tras este adormecedor letargo que ha provocado el verano, pero las familias tienen miedo de llevar los hijos al colegio y las empresas se han instalado en la incertidumbre sobre cómo gestionar sus estructuras con las limitaciones sanitarias así como en las angustiosas perspectivas de sus negocios. Por tanto, en lugar de la Nueva Normalidad es mejor hablar de la Catastrófica Nueva Normalidad.