Opinión
El guardián de Oriente Medio
La unión de todos los musulmanes en su odio a Israel – y en particular a su forma de tratar a los palestinos – ha sido el paradigma tradicional en Oriente Medio. Este odio generalizado disimulaba las profundas divisiones internas de los seguidores del Profeta, especialmente entre los sunnitas y chiíes, acaudillados estos últimos por Irán. Aunque los enfrentamientos entre musulmanes puedan tener raíces geopolíticas profundas, todos acaban con una etiqueta religiosa encima que los identifica. En Oriente Medio la religión es un hecho político y social muy importante. No debería ignorarse como ha parecido intentar hacer el hasta ahora garante de la estabilidad en la zona: los EEUU. Los americanos vienen actuando como protectores de las monarquías árabes – incluido el régimen autoritario egipcio – a la vez que apoyan a Israel y garantizan su supervivencia. Así ha venido funcionando el sistema de seguridad hasta la fecha; pero se avecinan cambios fundamentales en Oriente Medio. Veremos por qué.
Los EEUU están mostrando crecientes y claros síntomas de cansancio en su papel de «pacificador» del Oriente Medio. Todas sus recientes aventuras con los musulmanes han ido de mal en peor y han llegado a la conclusión que deben irse de la región para centrarse en contener a China sin comprender que, incluso considerando exclusivamente este enfrentamiento, el Golfo Pérsico puede llegar a ser fundamental debido a la dependencia energética china. Pero los norteamericanos están hartos y se quieren retirar. Solo les retiene el tratar de controlar al régimen iraní aunque paradójicamente las acciones de la administración Trump están agrandando el foso que separa los mundos chii y sunnita. A la vez, otra gran división se profundiza cada vez mas entre las monarquías árabes y los sunnitas inspirados en los Hermanos Musulmanes –a los que podríamos denominar como «republicanos» únicamente a los efectos de oponerlos a los súbditos monárquicos. Los Hermanos Musulmanes son los herederos directos de la fracasada Primavera árabe que intentó una alternativa a los regímenes autoritarios tradicionales pero sin tratar de adoptar la democracia occidental. La Turquía del Presidente Erdogan pretende acaudillar esta facción sunnita inspirándose tanto en los Hermanos como en una recreación voluntarista neo otomana. No lo tiene fácil pues los árabes no guardan un recuerdo muy grato del Imperio Otomano. Este es el panorama en el que EEUU ensaya su retirada: dos enfrentamientos crecientes: uno entre Irán y los árabes y otro entre sunnitas monárquicos –con Egipto incluido– y los «republicanos» dirigidos por Turquía. Urge pues redefinir el paradigma de seguridad en Oriente Medio y parece ser que ya se ha encontrado un voluntario para sustituir a los EEUU: Israel.
Israel tiene el ejército más eficaz de la zona y cuenta con armas nucleares que garantizan su supervivencia. Su capacidad de decidir operativamente y actuar rápido se viene demostrando diariamente frente a Irán y sus colaboradores. Los sunnitas monárquicos están comprendiendo que los israelitas no van a desaparecer mágicamente de Oriente Medio y que les pueden ayudar a equilibrar el mayor peso militar de Irán e incluso llegar a ser útil en el progresivo enfrentamiento con Turquía que se avecina. Ya en su día, Egipto y Jordania –tras un conflicto abierto– aceptaron la existencia de Israel y establecieron relaciones diplomáticas empezando a colaborar con ellos en temas de seguridad y energéticos. Ahora los Emiratos acaban de seguir aguas y pronto lo harán probablemente Arabia Saudí, Marruecos, Bahrein, Omán, Sudán y otros. El establecimiento de relaciones diplomáticas con Emiratos ha sido un golpe maestro del Presidente Netanyahu que ha cambiado un delirante intento de apropiarse los territorios palestinos a poniente del río Jordán, por dicho reconocimiento. Los Emiratos han demostrado aquí su pragmatismo geopolítico ya que Israel –cuando los EEUU se retiren– puede llegar a ejercer el papel de garante de la estabilidad en toda la zona, lo que probablemente suceda incluso aunque Joe Biden gane las elecciones presidenciales norteamericanas el próximo Noviembre.
Lo único que actualmente retiene a los EEUU en Oriente Medio es tratar de contener a Irán. La estabilidad del suministro de petróleo ha dejado de ser una razón válida, pues los EEUU son el mayor productor de energías fósiles del mundo. Si el vicepresidente Biden gana las elecciones, es previsible que la política de asfixia económica a Irán se suavice con lo que la única razón militar válida para la presencia norteamericana se empezará a desvanecer aún más. El apoyo del lobby judío en los EEUU es muy importante, incluso para los demócratas. Podría ayudar a cualquier Presidente el que, tras tantos fracasos en la zona, la retirada norteamericana se venda domésticamente como el otorgar a Israel un eficaz papel internacional que garantice la paz en la zona y estabilice las monarquías sunnitas.
Ante los importantes cambios que se aproximan en la seguridad del mundo musulmán y que hemos repasado vertiginosamente, el asunto palestino esta perdiendo prioridad internacional aunque seguirá siendo importante para que internamente Israel pueda continuar considerándose una democracia. El desempeñar un papel internacional significativo en el mundo árabe incluso puede ayudar a los sucesivos gobiernos israelitas a encontrar una manera digna de tratar a los palestinos. Pero el viejo paradigma de seguridad árabe que los utilizaba como excusa está a punto de desaparecer.
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