Opinión

La primera historiografía inglesa

San Agustín de Canterbury, enviado por Gregorio Magno en misión apostólica a los anglos, llegó a Kent en el año 597. En el camino se detuvo en Tours donde tuvo oportunidad de conocer los estudios de Gregorio de Tours que tanto atraerían al primer historiador inglés, Beda el Venerable (c. 673-735), autor de la «Historia ecclesiastica gentis Anglorum», complementaria de la «Historia de los Francos» de Gregorio de Tours. La obra de Beda ocupa un lugar preeminente entre las historias de los pueblos bárbaros, en el sentido de que fue el único de todos los historiadores que escribió sobre su propio pueblo, sin ningún sentimiento de preferencia hacia el pueblo romano; únicamente en favor de la Iglesia Romana. Beda distingue los orígenes de las tribus invasoras como un mosaico de «provincias» diferenciando entre las tribus de los sajones meridionales, orientales y occidentales. Las de Kent, donde se asentaron los julos, Anglia oriental, Northumbria y Mercia, así como otras tribus menores; cuatro pueblos y cinco lenguas. Los monjes irlandeses se establecieron en el norte de Britania. Beda tiene el convencimiento de que forman un pueblo único.

Beda ingresó en el monasterio de Monkwearmouth (Nortumbria) a los siete años de edad y pasó allí su vida; se convirtió en uno de los monjes más instruidos de Europa, con una larga lista de estudios sobre la Biblia, el cálculo del tiempo, vidas de santos, himnos y pesias. Además de la historia de los anglos, escribió también sobre los abades de su monasterio, en el que vivían no menos de seiscientos monjes y enviaba misioneros a Germania. Su maestro principal fue Benito Biscop, quien reunió una importante biblioteca a la que tuvo acceso Beda. La obra comienza, como hizo San Gildas, con un estudio geográfico de las Islas Británicas. El libro I acaba con la llegada de la misión de San Agustín a Kent. Resulta especialmente importante la historia escrita por Beda para el conocimiento del desarrollo del cristianismo y desde luego para la historia de los anglosajones. Concluye dicha obra, en el año 731.

En el año 789 la misión inglesa de la «Crónica Anglosajona» da cuenta de la presencia de unas naves que «fueron las primeras embarcaciones vikingas que llegaron a la tierra de los anglos». Son el presagio de los daños y destrozos que iban a romper la ordenada vida monástica, dedicada al estudio y la oración y a las misiones descritas por Beda en la consolidación del reino unitario, gobernado a comienzos del siglo IX por un rey danés. La Crónica describe «los estragos que los hombres paganos hicieron en la iglesia de Lindisfarne, haciendo una carnicería y saqueándola». Uno de los afectados fue el monasterio de Farrow, donde vivió Beda cierto tiempo. La «Crónica Anglosajona» está escrita en forma de lacónicas anotaciones. Según parece comenzó a compilarse a mediados del siglo IX, siendo continuada posteriormente por copistas de algunos monasterios. Esta obra abarca desde el desembarco de los sajones en 494 hasta el final de la dinastía normanda en 1154. Se señala al rey Alfredo como su impulsor, aunque nada puede asegurarse en este punto.

En el siglo XII apareció la «Historia regnum Britanniae» escrita por Godofredo de Monmouth, clérigo de menores que vivía en Oxford. La obra comienza con el relato correspondiente a un rey héroe, Arturo, que penetró en la memoria colectiva nacional, reapareciendo la historia escrita durante el siglo IX. San Gildas no menciona en su obra a Arturo, pero sí a un caudillo britano-romano llamado Ambrosio Aureliano vencedor de los sajones en una gran batalla. El nombre de Arturo aparece, con ese nombre, en la «Historia Brittonum» de Nennius (c. 830), seguramente de origen galés. Fue Godofredo de Monmouth quien convirtió a Arturo en héroe nacional y la literatura posterior creó un logo mito en el cual es difícil diferenciar la realidad de la leyenda.

La historia de las Islas Británicas, en esa época, es un largo proceso que dura 700 años y se caracteriza como un permanente conflicto, lleno de violencia y luchas por la posesión de tierras, señoríos y asentamientos; incluso surgen reinos hegemónicos que llegan a constituir la llamada Heptarquía anglosajona. El asentamiento de los germanos se produce entre los años 402 y 835 y culmina con el reinado de Alfredo el Grande. Desde 835 a 1035 tuvo efecto la invasión de los pueblos «viking», que culmina con el establecimiento del reinado de Knut. En un tercer escalón cronológico, desde 1035 a 1066 (batalla de Hastings), la Inglaterra anglosajona sucumbe ante los normandos de Guillermo el Conquistador, duque de Normandía, que impulsa el poderoso Estado normando basado en el sistema feudal francés. Y estos hechos son los que, en definitiva, recoge la historiografía inglesa enumerada anteriormente.