Opinión

«Así desapareció el PASOK»

«Nunca he pensado en pactar con el PP. Así desapareció el PASOK», Pedro Sánchez a «El Correo de la Sera» el pasado 8 de julio. Una declaración de intenciones del jefe del Ejecutivo que, como tantas otras entre las que destaca aquella de «no dormiría tranquilo con Podemos en el gobierno», viene a demostrar el grado de fiabilidad en políticos que son capaces de afirmar una cosa por la mañana, la contraria al mediodía y un trufe de ambas al atardecer. Sánchez es con toda legitimidad el presidente del Gobierno de todos los españoles, pero resulta muy difícil para sus adversarios políticos -incluso para algunos de sus eventuales socios- plantearse un mínimo vinculo de confianza, aunque sea para acompañarle a compartir la herencia del sultán de Brunei. Sus palabras al diario italiano contrastan con su intervención de hace solo un par de días dando el pistoletazo de salida al curso político ante la crema de las finanzas y el empresariado español en la Casa de América, acto acompañado en redes por un video institucional que, en cualquier otra circunstancia, podría haberse interpretado como aldabonazo para una eventual precampaña electoral. No es el caso, el jefe del Gobierno que hoy miércoles se reúne en La Moncloa con el líder del PP y jefe de la oposición, Pablo Casado, volvió a tirar de registro en lo que mejor se le da a su elenco de estrategas y que no es más que la petición de cheques en blanco sin ofrecer prácticamente nada a cambio, para a continuación ante la consiguiente imposibilidad de grandes acuerdos acusar a la derecha de la intransigencia a la que le obligan sus alianzas con la «extrema derecha». Un bucle que ya hemos visto en sesiones dobles.

El encuentro de hoy en La Moncloa entre Sánchez y Casado adquiere sin embargo una dimensión que trasciende incluso a todo lo anterior mucho más relacionado con el «juego político». En este caso -y a pesar de sus llamadas al PP este lunes con los empresarios como testigos para «retratarse» en un apoyo a los presupuestos- el encuentro es mucho más clave para ambas partes que en anteriores ocasiones. Los dos saben que esta vez sí habrá que ceder para evitar un bloqueo en la renovación de algunas instituciones del estado que dice muy poco en favor de nuestra salud democrática. En esto Sánchez no puede recurrir ni a sus socios del conglomerado «Frankenstein» ni a los castillos de naipes de mayorías de investidura. No en todo, pero sí en algunos casos va a tocar taparse la nariz y juntarse los codos como mandan ahora los cánones Covid. Acabar con los presupuestos de Montoro será otro cantar, salvo que el presidente se caiga del caballo como Saulo y vea que las auténticas políticas para salvar al país de la devastación económica que acarrea la pandemia no son precisamente las que propugnan sus socios de gobierno y de legislatura, sino las que en un gran acuerdo de estado con altura de miras podría tejer con Ciudadanos pero también -por qué no- con el PP. Pero claro… así desapareció el PASOK.