Opinión

El dudoso papel de Ciudadanos

Ni reforma fiscal ni contrarreforma laboral. Hay que esperar a superar la pandemia y recuperar el resuello para cumplir lo pactado en su día por Sánchez e Iglesias. Eran otros tiempos. Ahora hay que aplazar compromisos y moderarse en los Presupuestos. Así aplacan en La Moncloa los fervores revolucionarios de Podemos y facilitan el acuerdo con Ciudadanos. Y ahí entra Inés Arrimadas, dispuesta a echar una mano y a sacar cabeza. Llega con la atractiva bandera blanca de la «tregua política», que contrasta con el «así, no» de Pablo Casado. En La Moncloa explotan a fondo la diferencia entre la una y el otro. Esta intrépida mujer encabeza un grupo reducido y evanescente. Ese es el problema. Estamos en un mundo sin certezas. No sabemos cuándo podremos quitarnos la máscara ni qué va a pasar con la vuelta a la escuela. Desconocemos qué paisaje nos va a dejar el paso arrasador de la peste ni sus efectos sobre el comportamiento humano. No es extraño que la incertidumbre alcance de lleno a la política española. ¿Quién puede estar seguro, por ejemplo, de que se van a aprobar los Presupuestos, aun contando con las importantes renuncias apuntadas al principio, algo que contradice la razón misma del pacto de Gobierno?

Veamos. Si, por razones electorales o por lo que sea, ERC se enroca en el no, como aseguran los republicanos catalanes, resultan imprescindibles los diez votos de Ciudadanos. Y aun así, la mayoría pende de un hilo, de que no falle nadie el día de la votación. A la vista de las divisiones internas en el partido que fundó Albert Rivera, nadie puede asegurar que, llegado el momento decisivo, se imponga en este grupo, que alberga distintas sensibilidades, la unanimidad. Dependerá, en gran manera, del resultado de las gestiones de Arrimadas con socialistas y podemitas, los de «la banda», como los llamaba Rivera. Ante el riesgo del rapto de Ciudadanos -lo que queda del partido centrista- por el PSOE, es previsible que se agudicen las tensiones internas. Ya está ocurriendo. Y en algunos mentideros de Madrid ha corrido la voz de que Rivera vuelve. Si fuera verdad, ya lo debería saber Girauta, su peón de confianza. Aquel grito de la noche electoral «¡Con Rivera, no!» sigue vivo en la memoria colectiva del partido, aunque parece que se le ha olvidado a Inés Arrimadas. ¡Con Sánchez e Iglesias, no!, responden hoy los de Rivera, que no se fían un pelo ni quieren contribuir con la bandera blanca al apalancamiento de «la banda» en el poder.