Hay nombres propios que se quedan colgados en la memoria colectiva. Y cuando aparecen solos, huérfanos de un apellido, no suele ser para bien. Muchas veces se nos quedan anclados en el recuerdo a modo de recordatorio de los peligros que nos acechan, y nos acompañan toda la vida. Ya sabemos que los nombres humanizan cualquier historia y por eso...
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