Opinión
La maldición de la derecha
O los de la derecha son cortos, o los de la izquierda, redomadamente inteligentes. Nada más eficaz para entrar en el túmulo de los egregios que ser de izquierdas. Las series y películas están llenas de chistes sobre Bush o Reagan (ni menciono a Trump), pero jamás, nadie, nunca, osaría reírse de Obama. En España todos los presidentes de izquierdas son respetados, pero hasta «el tato» se ríe de Aznar o de Rajoy, independientemente de que ambos nos sacasen de crisis económicas demencialmente pilotadas por sus predecesores de izquierdas. «Sí, pero la guerra de Irak en un caso, el asunto Bárcenas en el otro…» Les puedo asegurar que, de haber sido pergeñados por la izquierda, ambos fraudes habrían sido enjugados. Como ha sido enterrada la guerra sucia contra ETA o «La Otan, de entrada, no» o el caso Flick de Felipe González. O como es pasto de la desmemoria la inmensa ruina que nos trajo Zapatero, la división que sembró su memoria histórica o la debacle de su estatuto catalán. Ambos siguen brillando.
Ahora que en la derecha todos ahuecan el ala a la voz «Mariano Rajoy», deberían preguntarse cómo hace la izquierda para recomponer sus filas una y otra vez. Todo el mundo comete errores y la mayor parte, además, maldades. Pero amputar los miembros lacerados una y otra vez y apartarse para salvaguardar la presunta inocencia, deja el tronco del partido cada vez más débil y aislado, sin historia. Que pregunten en el PP cómo lo hacen en el PSOE.
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