Ciudadanos

Ciudadanos, el muñeco roto

Los demás partidos políticos usarán a una organización que se ve sobrepasada y sin un norte político claro.

Lo importante no es llegar, sino mantenerse en la cima y, para eso, no vale cualquiera. Albert Rivera se vio en la cresta de una ola que le hizo subir. En realidad, su único acierto fue hacer una OPA hostil a aquél espejismo llamado Rosa Díez, en cuanto al resto, pasará a la historia por dilapidar en tiempo rencor todo su capital político.

A Inés Arrimadas le ha tocado la liquidación de lo poco que quedaba, porque los naranjas van de cabeza a la desaparición, más o menos rápida, y en este proceso se cruzan dos vectores que, juntos, son muy peligrosos.

Por un lado, los dirigentes aumentan el deseo de ocupar cargos de gobierno de manera proporcional a cómo van viendo que el proyecto político hace aguas. Sencillamente es un intento de prolongar su tiempo político.

De otra parte, los demás partidos políticos usarán a una organización que se ve sobrepasada y sin un norte político claro.

Después de que Inés Arrimadas rompiese con la estrategia de Ciudadanos de los últimos años y se mostrase predispuesta a alcanzar un acuerdo presupuestario con los socialistas, Pedro Sánchez parece que ha virado hacia la coalición de partidos que le dieron la presidencia del gobierno.

El modus operandi es similar al que hizo posible la moción de censura contra Mariano Rajoy. Pablo Iglesias allana el camino más duro con ERC y con Bildu, para que termine cerrando el acuerdo Sánchez.

Sin duda, si el PSOE reedita su alianza con los independentistas, dejará bloqueada la puerta a Ciudadanos y, lo que es más importante, a Arrimadas haciendo el ridículo nacional, perdiendo la credibilidad que aún le queda.

Sumarse a un acuerdo con los independentistas es una vía prohibida para ella, por lo que no podría hacer otra cosa que votar en contra, en un bloque común con Partido Popular y Vox, pero, esta vez, no por gusto sino porque sería excluida por Sánchez. La crítica interna sería voraz y su posición externa de debilidad extrema.

Las ambiciones personales de algunos han terminado de romper lo poco que quedaba en Ciudadanos.

En este momento, Sánchez no los necesita para moderar su imagen. Si el caso Kitchen prospera judicialmente, como parece que va a ocurrir, el líder socialista entiende que los electores de Ciudadanos no tendrán otro camino que el PSOE.

Que se cumplan o no los cálculos que hacen desde la Moncloa es una cosa y otra es que, efectivamente, la fecha de caducidad de los naranjas la han tasado sus propios errores.

El “síndrome del muñeco roto” es una patología psicológica que sufren los niños famosos que perdieron su niñez porque tenían responsabilidades de adultos cuando no estaban preparados ni física, ni emocionalmente.

Rivera no supo digerir lo que la crisis económica, política e institucional del 2008 le dio. Hoy Ciudadanos es un partido que igual pacta con Vox y PP que con PSOE y Podemos y ha pasado de vetar a ser vetado.