Opinión

Reflejos franquistas

Cada día que pasa en esta convulsa legislatura se observan más reflejos franquistas en el Gobierno de izquierdas que preside Pedro Sánchez. Es curioso. Ocurre esto cuando más empeño pone dicho Gobierno en acabar con cualquier vestigio del antiguo régimen. Incluso imponiendo bajo fuertes sanciones su visión de la historia: la de los perdedores de la guerra civil, ahora en el poder. Es lo mismo que hizo Franco: interpretar la historia a su conveniencia e imponer a todos, por la cuenta que nos traía, esa interpretación interesada.

Los aspectos de la actual deriva autoritaria son abrumadores. Las Cortes se han convertido en un apéndice del poder ejecutivo, que es el que fabrica las leyes. En realidad éste acostumbra a gobernar por decreto. Ni siquiera parece que está en condiciones de sacar adelante, en tiempo y forma, la ley de los Presupuestos. Si la Oposición se niega a darles su aprobación, sin haber visto ni el borrador, la Vicepresidente, Carmen Calvo, acusa públicamente a Pablo Casado de ir «contra España», exactamente la expresión que utilizaba Franco contra los que no secundaban sus deseos. O sea, ¡España es Sánchez! En el Parlamento, el Presidente del Gobierno y sus ministros se dedican cada semana a controlar a la Oposición, en vez de ser al revés, y maniobran para dejarla fuera de juego, como en el viejo régimen. La Oposición sobra, no se la tiene en cuenta ni en plena pandemia y, si hace falta, se azuza a la Justicia contra ella. No se ocultan los esfuerzos de este Gobierno por controlar el Poder Judicial. Lo demuestra clamorosamente el nombramiento de la activista ministra de Justicia como Fiscal General del Estado y lo reflejan las críticas reiteradas, contra este pilar del Estado, del Vicepresidente Iglesias, quien además se dedica, desde La Moncloa, a atacar a la Monarquía, como hacían los falangistas con los Borbones en los fuegos de campamento. Y, por si todo esto fuera poco, con la vuelta de tuerca de la Memoria histórica, se revive la confrontación entre españoles, superada por la ley de Amnistía y la Constitución de la concordia. Vuelve a las escuelas la nueva Formación del Espíritu Nacional y se anuncia la persecución de los que no se sometan a la interpretación histórica de los perdedores de la guerra. Falta poco para entrever un nuevo Tribunal de Orden Público. Los reflejos dictatoriales se sostienen siempre en el miedo y la mentira.