Opinión

Un «comino»

Existen sobrados ejemplos por los que una formación como Esquerra Republicana de Cataluña se ha ganado la vitola de partido tóxico para los intereses de España como nación, pero, desde luego, lo que nunca se les podrá reprochar es ni incoherencia con su declaración inicial de intenciones, ni inclinación a mentir a propósito de su posición real manifestada allá donde alguien quiere escucharles sobre su hoja de ruta. Con ERC se pueden pactar legítimamente según qué cosas en busca de una mayor estabilidad de gobierno, pero nadie puede llamarse a engaño sobre el hecho de que a este grupo político le importe «un comino» la gobernabilidad de España y el futuro común de los españoles. Las palabras en esta dirección de la diputada Montserrat Bassa –hermana de la condenada Dolors Bassa– dirigidas a Pedro Sánchez durante su investidura fueron todo un guante recogido por el presidente del Gobierno con lectura fiel en lo que ahora vive la política nacional a efectos de gestos constantes del Ejecutivo con un independentismo cuyos problemas internos en Cataluña son inversamente proporcionales a su capacidad de influencia en las grandes decisiones de un estado que dicen no les representa. A estas alturas del guion por lo tanto, nadie debería extrañarse ni por la actitud del Gobierno ni por la de sus socios preferentes de que la única hoja de ruta para sacar adelante la legislatura es la que desde un inicio se trazó junto a Podemos y el soberanismo catalán y vasco. Todo lo demás no dejan de ser coyunturales guiños a una formación que como Ciudadanos cada día se asemeja más a un ovillo de lana en las manos de un felino.

La realidad es que Sánchez ya eligió y lo hizo hace tiempo. Moncloa ya ha ponderado las ventajas de recibir el apoyo a unos presupuestos que le darán recorrido frente a unos inconvenientes que tratan de maquillarse dentro del legítimo juego democrático, pero que pueden ser letales a la larga…o a la corta para los cimientos del país. Los desplantes a la Corona para no contravenir al separatismo, la vía libre a los indultos de condenados por el «procés», el veto en el Senado a la condición de delito de referéndums ilegales o la condescendencia con las histriónicas salidas del vicepresidente Iglesias son solo puntuales síntomas de lo que supone pactar con aquellos a quienes España importa «un comino». Peligroso camino de difícil retorno.