Opinión

Como en la tele

«¿Adónde vas con esos tonticos?» La pregunta se le clavaba a María José. Hay una edad en la que una quiere pasar desapercibida, fundirse en gris con el fondo, llevar la misma ropa, idéntico peinado que los iguales. Que nadie note los dientes disparejos, las cejas picudas, los hombros caídos. Y en Nuevo Cáceres ella siempre fue distinta. Porque llevaba detrás a siete nuevos hermanos peculiares, a los que llamaba «titos». Y si de chica fue raro, no te cuento en la juventud. Que lo último que quieren los novios es llevarte al cine o al parque acompañada. Claro que también tenía ventajas…hay muchachas que pagan caro el ser muy bellas o admiradas, porque todos quieren salir con ellas. María José no le daba importancia al aspecto… total, los «titos» siempre habían sido especiales. A veces le dolía, es verdad, que también ellos llamasen «mamá» y «papá» a los suyos. «Me parecía que querían quitármelos». Luego se fue acostumbrando, el alma se ahorma. Cocinaba para ellos con once años, organizaba la casa cuando no estaban los padres. Cuidaba de sus siete «hermanos» mayores, que habían sido rescatados de hogares con violencia, abusos, abandono, adicciones, prostitución. Cada uno con una medicación distinta. Con noches negras, depresiones, gritos, túneles que conducían de vuelta al pasado del que huían. Era tan nuevo tenerlos allí… una vez que los padres se besaron, rompieron todos a aplaudir…porque era como en la tele.

Fue al Padre Ángel que se le ocurrió que el matrimonio podía tener una casa de acogida. Uno, dos, tres, cuatro… se fueron juntando. Autismo, oligofrenia, retraso. Todos «hermanos» de María José. ¿Un sobreesfuerzo? «Sí… seguramente, de pequeña sobre todo. Pero lo agradezco». Y llegó él. No preguntó nada, ni se extrañó, también por eso la enamoró. Y porque proponía planes colectivos, salir juntos en pandilla con los siete. María José Tovar le contó que había crecido en aquel hogar extremeño de Nuevo Cáceres con esos discapacitados intelectuales amparados por sus padres y tutelados por la Junta de Extremadura. Tomás, José, Mari Carmen, Vanesa, Sole, Margarita y Maribel. Fue fácil elegirlo: sólo se sube a ese tren el que te quiere. Y aplaudieron, vaya si aplaudieron.