Opinión

Las apariencias engañan

En política casi nunca es lo que parece. Lleva razón Josep Pla: España es el país europeo en el que tienen más fuerza las apariencias. Son estas las que dominan el relato informativo, sin tener en cuenta que las apariencias engañan. Esto hace, hablando de política, que los españoles vivan en un engaño permanente. No de otra forma se explica que el ostensible desastre de la política sanitaria del Gobierno, con el coronavirus, el peor parado comparándolo con todos los demás Gobiernos europeos, apenas les ha producido a los partidos gobernantes desgaste en la intención de voto. No es extraño. Les ha bastado con distraer la atención de la prensa y del personal de la calle con viejos trapos sucios del PP y cargar los muertos sobre la espalda inocente de la presidente de la comunidad de Madrid, una mujer joven y aguerrida que ha hecho lo que ha podido sin apenas ayuda del poder central. No se recuerda un acoso tan obsceno y persistente como el que se lleva a cabo por intereses políticos espurios contra Isabel Díaz Ayuso. Están poniendo a prueba su resistencia y la paciencia de los madrileños. Y están confirmando la observación de Pla: «En España nunca se gobierna por “alguna” cosa, sino que se gobierna siempre contra “alguna” cosa».

Desde el Gobierno de Sánchez e Iglesias se gasta la mayor parte de la energía en desacreditar y maniatar a la Oposición. Cuentan con serviles apoyos en los medios adictos, cuyos patronos necesitan llevarse bien con el poder de turno, aunque les parezca deleznable, para salvar el negocio en estos tiempos de dificultades. Desde ellos reparten credenciales de pureza democrática a las distintas fuerzas políticas. Contra la derecha se actúa de forma inmisericorde, si no se somete mansamente, como en el caso de Ciudadanos, a los deseos de La Moncloa. Se cargan las tintas contra Vox, a la que se caricaturiza permanentemente, para impedir la reunificación de las fuerzas conservadoras y, con ello, la alternativa. Lo que importa es seguir en el poder por los siglos de los siglos impidiendo el relevo. Así se deforma la realidad, se pervierte el sistema democrático y se engaña a la gente. En esta demoledora tarea encuentran la complicidad anónima de los zascandiles y descontentos del PP, empeñados en tirar piedras contra su propio tejado para parecer moderados o, simplemente, para fastidiar. Lo que importa es la apariencia.