Opinión

“Un 12-O gris y crispado”

Estamos inmersos en una crisis múltiple que ha dado lugar a un terrible frentismo

La Fiesta Nacional debería ser un motivo de alegría y orgullo colectivo. España es una de las grandes naciones de la Historia. Esta fiesta debería ser la expresión de un sano patriotismo que nos debería unir a todos, pero vivimos tiempos difíciles en los que estamos inmersos en una crisis múltiple que afecta a las instituciones, la economía y la sanidad. La covid-19 no es la única responsable, porque la primera lleva demasiado tiempo entre nosotros y ha dado lugar a un terrible frentismo que ha dividido la política y la sociedad en dos bloques antagónicos.

En medio sólo hay un espacio vacío como el que separa a las dos Coreas y que en nuestro caso está ocupado por muy pocas personas. Ni siquiera es certero hablar del centro en estas circunstancias, aunque tenga demasiados pretendientes y alguno lo reivindique por motivos estrictamente de supervivencia personal, como sucede con los dirigentes de Ciudadanos que hace poco tiempo eran fieles palmeros de Rivera y su fracasado intento de ocupar la derecha.

Este 12 de Octubre ha reflejado muy bien el mal rollo que existe en la política española. Los saludos fríos y las conversaciones breves entre «enemigos» irreconciliables así como los abucheos que sufrieron los miembros del gobierno. Los españoles nos podemos sentir muy orgullosos de esta Fiesta Nacional, incluso con lo deslucida que ha sido por culpa de la covid-19. Es verdad que no se sienten cómodos ni los comunistas y los antisistema ni los independentistas que quieren destruir España, pero no importa porque la gran mayoría se identifica con todo aquello que representa esta fecha.

No hay nada peor que los radicales y los fanáticos que abundan desde el 15-M. Pasaron del famoso «no nos representan» a convertirse en una nueva casta política que no ha tenido nada de reformista y progresista. Una vez incorporados al sistema, es bueno no olvidarlo, su objetivo es mantenerse. No hay nada mejor que la triple crisis que afecta a España para conseguir unos objetivos que comportan crear una sociedad dominada por la izquierda extremista con apoyo de los independentistas.

La debacle económica permitirá controlar a las empresas públicas y privadas así como formar una nueva clase subsidiada que se sienta unida al gobierno. Es algo que está a la vuelta de la esquina cuando la deuda pública y privada asfixie la economía, la radicalización política se haga aun mayor y los independentistas ganen posiciones.