Opinión

La encrucijada de Ciudadanos

El lunes este periódico publicaba una interesante y más que indicativa encuesta de intención de voto en la comunidad madrileña, con el pulso entre el gobierno autonómico de Díaz Ayuso y el gobierno central de Sánchez como gran marco de fondo a la hora de interpretar un significativo vuelco demoscópico. Con ese pulso y la negativa a cerrar Madrid previa a la aplicación del estado de alarma, el Partido Popular recuperaría en detrimento del PSOE la primera posición, la izquierda se mantiene y Ciudadanos experimenta un notable descenso con tintes de desplome. Es aquí, en un panorama que, salvo terremotos políticos refleja un cierto efecto «2 de Mayo» por parte de la ciudadanía frente a medidas externas por mucho que sean bien intencionadas, donde el partido liderado por Inés Arrimadas se ve abocado –tal vez mucho más que el resto de formaciones– a una compleja encrucijada que, igual que ocurre a nivel nacional le obliga ahora en la políticamente emblemática comunidad madrileña a definirse sobre «que quiere ser de mayor».

Con el sondeo en mano de «NC Report» para la Razón, el panorama resultante en unos hipotéticos comicios es cierto que arrojaría la imposibilidad tanto del bloque de la izquierda como del bloque la derecha, de sumar una mayoría de gobierno sin el apoyo de Ciudadanos, pero en este caso ya con una especialmente sensible e indicativa diferencia, porque de ser los populares primera fuerza se acabaría desactivando de forma casi definitiva la posibilidad de un pacto entre el «árbitro» Ignacio Aguado y una «liga» de las izquierdas liderada por los socialistas ya no ganadores junto a la izquierda radical de Podemos y Mas Madrid, eso sin contar además con la nada descartable posibilidad de que PP y Ciudadanos terminasen por sumar solos y sin el apoyo colateral de Vox una mayoría absoluta que el sondeo de este periódico sitúa a tan solo cuatro escaños de diferencia.

Los «cerebros» de Ciudadanos, un partido que por cierto basaba todos sus pasos en la demoscopia durante los tiempos de Albert Rivera, no paran de desgastar su particular y complejo «cubo de Rubik» ante un juego de paso adelante y dos atrás con el gobierno central y de desconfianzas y desamores con la coaligada Ayuso que no parecen ofrecer réditos contantes y sonantes en las encuestas. Y es que ya saben, en España una cosa es estar en el centro y otra estar en el medio.