Aborto

La banalización del aborto

Quedamos en que los principios básicos del feminismo son la justicia para todos y la oposición a la violencia y la discriminación, ¿no? El aborto va en contra de los tres

La Banalidad del mal es un concepto acuñado por la filósofa Hannah Arendt para describir cómo un sistema político puede trivializar el exterminio de seres humanos cuando se realiza como un procedimiento burocrático donde no existen consecuencias éticas ni morales. Hoy, tenemos sobre el tapete el aborto de las niñas entre 16 y 18 años sin el consentimiento de sus padres, un retroceso y una atrocidad porque nadie desea el bienestar para sus hijos, más que ellos mismos.

Tengo una duda estructural: ¿Por qué podría tomar sola una niña esa decisión terrible si se establece su mayoría de edad a los 18, entendiendo que la adolescente está verde antes de esa fecha?

Una de las características de las personas maduras es que tienen pensamiento a largo plazo y son capaces de calibrar las consecuencias de los hechos a medio y largo. Los expertos constatan un bajo grado de madurez psicológica entre los jóvenes de entre 15 y 18 años, que continúan siendo adolescentes durante mucho más tiempo entre una errática búsqueda de la identidad y la recompensa inmediata. Desde el punto de vista anatómico, la corteza cerebral termina de madurar en torno a los 21 años, sin embargo, se nos quiere impedir a los padres ejercer el derecho de formación y consejo a nuestros hijos.

Por mi parte, si uno de los míos, menor o mayor de edad, niño o niña, perpetrara un aborto, quisiera saberlo por su salud física y mental, en primer lugar, ¿sabrán que se realiza mediante succión y una cuchara cortante (legra) que puede producir cicatrices en la pared del útero (síndrome de Asherman) y dificultades para quedar embarazada posteriormente? ¿Sabrán que produce secuelas psicológicas y trastornos mentales?

En segundo lugar, porque están en edad de ser educados por sus padres y no voy a escaquearme de esa que es mi responsabilidad y porque toda mi experiencia y mi cariño está a su disposición en una tarde soleada y aburrida de domingo, tanto más en la dramática disyuntiva de detener la vida de otra persona (lo de “interrumpir el embarazo” es un eufemismo, como tantos otros en esta sociedad inconsciente).

En tercer lugar, porque el cigoto, luego embrión, luego el feto y luego niño tiene derecho a ser protegido igual que la Ministra Jolines y que yo misma por lo que pondría ante mis hijos todo un abanico de opciones no violentas para con ese ser nuevo y singular.

Si mis hijas quisieran abortar, me gustaría saberlo para explicarles, que el aborto no es Libertad, porque la libertad nace del respeto a la vida y a los demás y, abolida la esclavitud, nadie es propiedad de nadie. Los defensores del aborto oponen a las mujeres contra los niños, el enemigo en forma de carga indeseada e inmanejable. Sin embargo, los verdaderos enemigos de las mujeres, son la falta de recursos y de apoyo emocional, provenientes de una sociedad heteropatriarcal e insensible con las necesidades y aspiraciones de sus mujeres.

Quedamos en que los principios básicos del feminismo son la justicia para todos y la oposición a la violencia y la discriminación, ¿no? El aborto va en contra de los tres y oculta un machismo despiadado, ejercido alegremente por las feministas radicales.

El feminismo es que las universidades españolas apoyen a las madres solteras o casadas y que todos promovamos las opciones de adopción, así como los recursos, alojamiento, el cuidado de los niños y la cobertura de los gastos de maternidad para que las mujeres no estén obligadas a elegir entre sacrificar sus carreras y sacrificar a sus hijos.

Feminismo es recibir una educación sexual adecuada e información sobre las alternativas no violentas a la maternidad; feminismo es recibir asistencia psicológica, igual que ayuda económica y todos tenemos que luchar por ello.

Feminismo es penalizar el acoso que sufre la mujer por el hecho de ser madre, el mobbing maternal, en tres entornos: personal-familiar, social y laboral. Además, 9 de cada 10 embarazadas sufren acoso en el trabajo; yo lo sufrí en una agencia de comunicación “moderna” de Barcelona por quedarme embarazada, y la dueña, propietaria y responsable del mobbing era madre de dos hijos.

Si mis hijas o hijos planearan un aborto, les explicaría que no es un Derecho porque de hecho lo es la preservación de esa vida que está siendo cuestionada.

Si mis hijas quisieran abortar les explicaría que no es solidario sino todo lo contrario porque no apoya a la mujer embarazada, ni respalda su situación, ni, desde luego, defiende la vida que lleva dentro. Frente a los valores de esperanza, fuerza, compromiso, generosidad, paz, paciencia, coraje y amor que procuro enseñar a mis hijos desde que nacieron, los partidarios del aborto transmiten conceptos puramente egoístas: mi cuerpo, mi comodidad, mi vida... yo, mi, me, conmigo, además de miedo, pesimismo, desaliento, liviandad, desaprensión y en definitiva banalidad.

¡No! El aborto no es un método anticonceptivo más, a la luz de la inteligencia, el aborto es un fracaso de la sociedad… pero, Ministra Montero, el apropiarse de los votos de la juventud despreciando cualquier premisa moral e incitando a las adolescentes a realizar un acto tan trascendente disfrazado de nadería, es una negligencia como política, como madre, como feminista y como persona.