Opinión

Aporreando la gramática

No sé si es que me he vuelto muy susceptible con las debilidades humanas, pero cada vez aguanto peor a esos que se expresan aporreando la gramática y el diccionario. El otro día la compañía Telefónica –que ahora aparenta modernidad llamándose Movistar– me envió el siguiente mensaje que no me resisto a transcribir: «En el proceso del dia de hoy se va estar comunicando un tecnico para el dia de la instalacion, muchas gracias!» El problema, como el lector comprenderá, no está en la ausencia de tildes, signos de admiración y otros errores gramaticales, sino en que, quien haya sido la escribana de tal texto, tampoco comprende el significado de las palabras. Menos mal que, en lo que a mí concierne, aprendí de mi padre a bregar con este tipo de asuntos cuando me explicó la manera de entender los partes que, hace ya más de medio siglo, recibía de los factores de los ferrocarriles que el Estado le había encomendado dirigir. «Léelo en voz alta», me decía; y aquellos textos adquirían significado como por ensalmo.

Lo malo es que, pasadas seis décadas, parece que estamos en lo mismo. Y eso que el tema concierne al emporio de la innovación tecnológica, a Telefónica ni más ni menos. Claro que algunos creen que la modernidad es cosa de circuitos y sofisticada programación informática, sin darse cuenta de que antes está la comunicación verbal aprendida en la escuela. Ya se ve que esa compañía debe contratar a los más tontos de la clase. Será por pagarles poco, digo yo. Y no me extraña, porque en un país cuyo vicepresidente no sabe distinguir entre «infringir» e «infligir» cualquiera puede llegar profesionalmente muy lejos. Además, ahora la ministra de la doble a, Doña Celaá, ha decidido facilitárselo eliminando el concepto de «suspenso» de la ley educativa, a los efectos de la obtención de los títulos de ESO y Bachillerato. Así que la España atávica vuelve por sus fueros, cediendo el paso a la ignorancia y bendiciendo la sandez. Acabaremos así gritando, como en otro tiempo, «¡vivan las caenas y muera la nación!».