Opinión

La decadencia del poder legislativo

Es sorprendente que ni siquiera se guarden las formas

Lo sucedido ayer deja pocas dudas. En primer lugar, una mayoría parlamentaria ha decidido apoyar con un fervor bochornoso un estado de alarma que tendrá una duración de seis meses y al que se le aplicará un control que da la risa. El presidente del gobierno tendrá una primera revisión dentro de cuatro meses. Hasta el 9 de marzo, a estos diputados ni les preocupa ni les ocupa la cuestión. Lo más lacerante es la complicidad de Ciudadanos. ¿Qué tiene que suceder para que Arrimadas haga algo? Este sometimiento, en una cuestión formal muy importante en el Estado de Derecho, deja muy claro cuál será su comportamiento futuro. Es sorprendente, además, que un abogado del Estado como Edmundo Bal pueda compartir una interpretación tan expansiva y desproporcionada de la aplicación de este precepto constitucional. No puedo por menos que sentirme desconcertado. El asumir un criterio de oportunidad política para hacer más cómoda la situación de Sánchez es comprensible para la mayoría gubernamental, donde algunos son muy aficionados a atropellar nuestra Carta Magna y siempre se han mostrado fervorosos defensores del uso alternativo del Derecho, pero no lo es si nos referimos a Ciudadanos.

El otro aspecto sorprendente es que ni siquiera se guarden las formas. Hasta hoy he tenido al presidente del Gobierno por una persona exquisita en este tema, aunque discrepemos en muchas cuestiones, y era una de las cosas que me gustaban junto a su tenacidad y habilidad política. Nunca he compartido esa actitud del centro derecha y los ahora conversos al sanchismo menospreciándole. Por ello no puedo entender que no defendiera personalmente la aprobación de este largo plazo sin controles parlamentarios. En una cuestión tan trascendente no tendría que haber sido el ministro de Sanidad cuyo peso político es descriptible. El colofón del esperpento fue que abandonara la Cámara cuando finalizó la intervención de Illa. El argumento absurdo es que se somete periódicamente a las preguntas de los grupos. No se si estarán pensando ampliar el estado de alarma, dicho irónicamente, para acabar con este molesto trámite parlamentario. No creo que le importe mi opinión, pero creo que se equivoca. Es un buen parlamentario, tiene argumentos, aunque no los comparta, y no le hubiera costado nada establecer un control mensual. Es algo lógico cuando se aplica una medida excepcional. Estamos ante una lenta y triste decadencia del poder legislativo. Ahora sólo queda convertir a Meritxell Batet en ministra-presidenta del Congreso.