Opinión

Las “guerras” de Podemos

Siempre me tranquiliza constatar el fracaso comunista y sus luchas fratricidas

Una cosa que ha caracterizado al movimiento comunista en todos los países a lo largo del tiempo es el mal rollo que existe entre ellos. Es curioso que sea un punto de coincidencia, también, con los islamistas y los independentistas. No hay nada mejor que dejarlos solos para que se enzarcen en debates estériles, purgas cainitas y guerras civiles. Estos días estaba releyendo la conocida obra de Carr sobre la historia de la Rusia Soviética para preparar mis clases y siempre me tranquiliza constatar el fracaso comunista y sus luchas fratricidas. El odio que sentían los unos contra los otros y las venganzas terribles, así como los crímenes más execrables son la seña de identidad del comunismo. He de reconocer que nunca fui comunista y eso que parecía que no eras sensible socialmente sino abrazabas en la universidad esa fe revelada que otorga inmediatamente una superioridad intelectual y moral. Es más, una buena parte de los comunistas, con su confusa sopa de siglas, que conocí en los años setenta y principios de los ochenta me resultaban pedantes, fanáticos y sectarios. No he cambiado demasiado mi opinión, salvo algunas excepciones.

El mundo de Podemos anda ahora con su enésimo conflicto. En un principio pensé que podía ser una renovación profunda de la izquierda, pero los años han pasado y no hay que ser un pedante politólogo para constatar que es más de lo mismo. Ni siquiera tienen el glamour de la lucha antifranquista como el tristemente fallecido Antonio Gutiérrez Díaz que fue un comunista que admiré y respeté. La purga le ha tocado a Teresa Rodríguez que junto con su pareja, el alcalde de Cádiz, nunca estoy seguro de si le gusta o no que le llamen Kichi, me caen bien, aunque estemos ideológicamente en las antípodas. La razón de esta simpatía es que son idealistas y cuando hemos coincidido puedo asegurar que son personas amables, cultas y sinceras. Otra cuestión es que sus ideas aplicadas al gobierno serían una catástrofe. Teresa ha sido expulsada del grupo parlamentario andaluz, aunque hemos avanzado y no sufre los juicios de Moscú que tan gratos fueron para el comunismo. El carácter sectario de esta ideología, en sus diversas variantes y formulaciones, hace que los líderes y sus aparatos depuren a los disidentes o, simplemente, a los que les caen mal. Pedro Sánchez puede estar tranquilo, porque poco a poco se irán autodestruyendo hasta tener la representación del viejo PCE o IU.