Política

Chincha rabia

Con flojera indolente, como sin atención, Sergio sube y baja –navega, se dice– entre los párrafos, circulitos con identidades, flechas y corazones que llenan la pantalla atractiva y colorista de la red social tuiter. Nada interesante, nada nuevo; pero casi en el mismo instante en que iba a pulsar la campanita de la línea inferior para ver si había alguna respuesta a lo suyo, se topa con el último tuit de Pablo Echenique. A ver…, imágenes en movimiento. Sí, una captura de tve en la que se ve a Pedro Sánchez saludando a Inés Arrimadas, unas declaraciones de Edmundo Bal, y un plano de Casado que no parece pintar nada en ese grupo. Son unos segundos que se repiten en sucesión constante, y, sobre ellos, un texto del que Sergio entresaca unas líneas que, a pesar de su escepticismo militante y su escasa capacidad para albergar ya sorpresas desde la política, le provocan cierto asombro. Relee: «Hoy les servimos un plato de presupuestos escrito por PSOE y Unidas Podemos y dicen ¡qué ricos! Que se los van a comer con patatas». Vuelve sobre ello una tercera vez: «Ciudadanos, su objetivo era apartar a PODEMOS de las cuentas» y emoticono de risa. Por un instante le atraviesa la idea de que es una broma, un chiste de Echenique que es un tipo socarrón y con una inteligente cualidad muy escasa entre su tribu de la política, la capacidad de reírse de sí mismo. Pero no, porque la risa no va por su barrio, no es él el objetivo de su propia burla, sino la oposición política que va a tener que comerse con patatas los presupuestos de los que querían apartarle a él y los suyos. De sopetón, le asalta la memoria infantil de aquella cantinela del «chincha rabia rabiña» que le espetabas al contrario cuando en el cole le devolvías el agravio, o veías afectado o doliente al que te había hecho alguna.

Sergio esboza una amarga sonrisa una vez superada la sorpresa. De modo que ese es el nivel, masculla para sí. Chincha rabia, que tengo presupuestos y tú no pintas nada. Y vas a tener que tragar con ello. No importa que esto no haya hecho más que empezar, que queden semanas por delante de diálogo y contactos, que el propio gobierno a través de su portavoz insista en que se va a hablar con todos los partidos. Eso es irrelevante. Primero porque Echenique ya sabe –en Podemos lo saben todo de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial antes de que se produzca, para eso están donde están y mandan mazo– que al final se contará con la armada de la moción. Pero también, y esto es lo que destila el curioso tuit, porque su mirada al horizonte no va más allá de la portería del colegio, donde se celebran los goles como si fuera la victoria de un mundial.

Sergio pone en negro la pantalla del teléfono y se guarda el terminal en el bolsillo de la americana. Levanta la vista y ve cómo el autobús se va acercando a la parada. De su mochila extrae un rotulador y un pequeño cuaderno donde suele anotar impresiones o ideas para sus conferencias y sus clases. Infantilismo, escribe, y lo subraya un par de veces como si no quisiera olvidarlo, como si su intención fuera almacenarlo en su cajón de recursos de observación. Retrocede unas páginas y comienza a leer las últimas anotaciones: «…estrategias basadas en la realización de test masivos, y una disciplina de transparencia fuera de toda duda; pero todo ello necesita de un poderoso liderazgo social y político capaz de implicar anímicamente a una población sometida al estrés de la incertidumbre». Vuelve a subrayar «transparencia» y «liderazgo». Mañana tiene clase en el instituto. Pensaba abrir un debate entre sus alumnos en torno a la situación de la Covid19 y la forma en que lo gestiona el gobierno. Quiere hacerlo coincidir con el día en el que Sánchez conseguirá seis meses más de Estado de Alarma para delegar la responsabilidad en las Comunidades Autónomas que serán quienes dicten medidas y administren la crisis. Y será bueno conocer la opinión de la clase en torno a esa cesión de competencias, esa renuncia al liderazgo que –piensa él– desordena las estrategias y reduce la eficacia frente a una pandemia que es global. Transparencia, tiene además anotado como cualidad madre de la confianza que compromete también a la ciudadanía. ¿Os parece que sin ambas se puede salir de la situación en la que estamos? ¿En qué medida creéis que están presentes o ausentes en este momento?

Cierra el cuaderno cuando el autobús comienza a avanzar: se marea leyendo en movimiento y acaba de empezar a sentirse incómodo. Mira al exterior, buscando un punto fijo, pero no consigue amortiguar el desasosiego. Constata entonces que no es física su afección, que viene de más adentro. Piensa en su clase, en las chicas y chicos del instituto, en la forma en que debaten y reflexionan; en cómo defienden posiciones y ejecutan estrategias. En su compromiso y la forma en que valoran el liderazgo. Y sin proponérselo, se encuentra preguntándose cuándo la élite hoy gobernante, la que administra el peor momento de nuestra historia reciente, retrocedió lo suficiente como para volver al patio a chinchar al de enfrente en el momento en que creen que le están ganando la partida.