Elecciones en EEUU 2020
Trump gana
«Biden es un Candidato Genérico. Como esos medicamentos». «Lo demócratas han dedicado tres años al derribo del presidente»
El martes 8 de noviembre del 2016 a las 2:40 am hora del Este de Estados Unidos, los medios de comunicación proclamaban como vencedor a Donald J. Trump en las elecciones Presidenciales (45 Presidente de Estados Unidos). De esta manera se consumaba el gigantesco fracaso político del Partido Demócrata encarnado en la figura de Hillary Clinton y asimismo también se consumaba un brutal fracaso demoscópico y mediático. Estupor y confusión. Sí, confusión y estupor.
Desde ese instante hasta el mismísimo día de hoy en que se celebran las elecciones Presidenciales, el Partido Demócrata solo ha tenido una estrategia, un objetivo y una obsesión. Desalojar a Trump del Despacho Oval. Lo que no pudieron conseguir en las urnas se juramentaron hacerlo utilizando la maquinaria política de Washington. Los actores principales son Nancy Pelosi, la speaker del Congreso, y Chuck Schumer, el líder de la minoría en el Senado. Dos caras por todos conocidas de la aristocracia de Washington. Eso sí, en ningún momento se plantearon un análisis de los porqués que les condujeron a este descalabro político.
Ningún análisis para entender las razones que motivaron el que 64 millones de norteamericanos votarán a un Ciudadano de comportamiento exótico y sin pasado político alguno. Ninguna autocrítica que pudiera reconstruir y reorientar los mensajes adecuados para recuperar los millones de votantes perdidos en los Estados tradicionalmente demócratas. Bien al contrario, el Partido Demócrata diseñó una implacable caza de brujas que tuvo su ópera prima en la pintoresca acusación de que el Presidente Trump era poco más o menos que un malvado agente ruso. Este culebrón les duró más de dos años y consumió miles de horas, millones de dólares y una sola frustración. La de no haber servido para nada.
Con prisa y sin pausa, los Demócratas encadenaron otra misión en esta ocasión con la sombra de la corrupción como protagonista y en un escenario diferente, esta vez ubicado en Ucrania. Los cargos contra Trump fueron los de utilizar la Presidencia para sus intereses personales y partidistas. Esta acusación sirvió de cimiento para presentar un singular impeachment expréss que desde su nacimiento estuvo condenado a un fracaso aritmético y político (los Republicanos son mayoría en el Senado). El anhelado camino de mandar a Donald Trump a su casa empezaba a tocar su fin. Tres largos años de desgaste político con la absoluta complicidad de la mainstream media. Tres años dedicados a la caza y derribo del titular de la Casa Blanca. Algo que ahora muchos lamentan por no haber empleado ese tiempo en tender puentes con el electorado y elegir un/a candidato/a fresco/a sin mochila e ilusionante. Por eso la opción ha sido elegir a un Candidato Genérico. Sin marca, como esos medicamentos que resultan mucho más económicos. Porque Joe Biden es una reliquia made in Washington con 50 años de política sobre sus espaldas y ahora le han asignado ser el baúl en donde se depositan los votos anti Trump. Su casi inexistente campaña electoral rebota una y otra vez con el espejo que le pregunta ¿y por qué no lo hiciste antes?
Queda claro, esto no va de Biden, va de Trump y solo de Trump. A Biden le persigue una colección de escándalos que el «New York Post» destapó sobre los inconfesables negocios en Ucrania y en la República Popular China de los Biden Bros y de su hijo Hunter. A la sordina mediática que trata de minimizar/ocultar las corruptelas de los Biden&co se les han unido los Facebook, Twitter y Google, es decir los llamados «Big Tech» y han tenido que declarar bajo juramento en el Senado para tratar de explicar porqué censuran al Post. Un sacrilegio en la Patria del «free speech».
En el planeta Biden están los medios de comunicación, la nomenklatura y las encuestas. En el planeta Trump se encuentran los millones de empleos creados, los máximos históricos de empleo entre los hispanos, asianamerican y los africanamerican, la mayor bajada de impuestos de la historia, la descomunal bajada del precio de los medicamentos, una reducción significativa de la inmigración ilegal, la independencia energética, la resurrección de la industria del motor, y además de ser el primer Presidente que no ha iniciado una guerra, bien al contrario, ha repatriado tropas, ha ayudado a los veteranos y ha alcanzado tres históricos acuerdos de paz en Oriente Medio. Y en este último trimestre el PIB ha crecido el 33%. Y, lo más importante, ha canalizado el sentimiento religioso en el in God we trust y el patriotismo devolviendo el orgullo al Made in USA.
Leemos las encuestas, seguimos a los medios, guardamos la distancia social y usamos la mascarilla. Todo políticamente correcto. Pero… Trump Gana.
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