Opinión

El limón seco de Joe Biden

Como un viejo chupando un limón seco. Son palabras de Panero que parecen dibujadas para Biden, rostro exprimido para unas ideas gastadas por el viento que acaricia las banderas. El nuevo emperador cree que ha tomado Iwo Jima pero lo único que ha conseguido es entrar en el Guinness de los récords. Será el más votado para gobernar el desastre de un país que se sienta en el porche a disparar al que pase, encapsulado en una guerra civil avivada en una trinchera subterránea de la que ahora saldrán escarabajos dispuestos a odiar. Puede que Trump sea una caricatura y que algunos de sus seguidores guarden un rifle bajo el sofá. La violencia también tiene ideología. Los demócratas que desde el principio se rebelaron contra el dibujo animado tenían bula para protestar y romper escaparates sin que las televisiones cortaran la emisión. Si son de Trump resulta que para los medios solo vociferan supremacistas. Biden llega con las buenas intenciones del abuelito que se arropa con la manta en la chimenea, dando la espalda a más de 60 millones de personas, hartas de que las elites pijiprogres las miren por encima del hombro, unos invitados a una fiesta de Barbara Streisand que ni siquiera han alquilado un chaqué. Son los demócratas los culpables de que exista Trump. Si me vas a escupir, forastero, prefiero que lo hagas en un bar que hable mi idioma. La vanidad trumpista no es más que el envés de la soberbia demócrata incapaz de decir a la jeta a un común de qué color es su futuro. Digamos que ha ganado la suma de todas las minorías y de los laboratorios universitarios de donde salen ratones de ideas mal paridas que no llena el plato de la gente corriente. Trump es el cancerbero surreal de una nación pragmática y Biden, la esperanza blanca de Occidente que tendría que olvidarse de que el mundo se acaba en Washington. El incienso para el nuevo amo del mundo se desparrama en todas las cancillerías. El segundo candidato más votado de la historia de los EEUU ha sido derrotado pero no ha perdido. Trump era un lobo contra una jauría que tiene que amansar el nuevo pastor. No es que los norteamericanos que han confiado en él se hayan vuelto locos. Es que se arrimaron al jefe del manicomio.