Opinión
Pastorear a las masas
Las «fake news», las mentiras o informaciones sesgadas vertidas por «bots» o robots, son un hecho. E influyen mucho en una población acostumbrada ya a recibir buena parte de lo que conoce del mundo a través de las redes sociales. Facebook o Twitter determinan los puntos de vista de muchos. Desde Rusia se han realizado así poderosas injerencias en procesos electorales de los EEUU o Francia, se ha alentado el Brexit o difundido posturas independentistas catalanas en 2017. En estos casos, se trataba de favorecer la destrucción de la Unión Europea mediante el fomento de los nacionalismos en el continente. Una forma de facilitar la secular batalla de Moscú contra Berlín y París.
Hace tiempo que desde Bruselas se encarece la vigilancia. ¿Qué cabe hacer? En primer lugar, que los servicios de información y seguridad rastreen las redes. El CNI, en el caso de España, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el Ejército tienen que desarrollar nuestra capacidad de enfrentarnos a los hackers y neutralizar a las potencias enemigas en internet. Nada de eso tiene que ver con que Iván Redondo, el jefe del gabinete de Presidencia, el gran gestor de la comunicación política del actual PSOE y de Pedro Sánchez, encabece una «Comisión contra la desinformación». ¿Qué hace un experto en marketing electoral al frente de un organismo así? No parece que a Redondo le preocupen los bots rusos. Su especialidad es el control de los votantes españoles.
El Gobierno se ha apresurado a desmentir que vaya a perseguir a los medios de comunicación. Naturalmente que no. Sería demasiado zafio, además de imposible todavía. En realidad, los medios tradicionales (periódicos, radios, televisiones, incluso diarios digitales) no son el objetivo inmediato del Ejecutivo. Chats, webs, plataformas. Ahí es donde quieren actuar. Por eso han anunciado que la «Comisión» estará capacitada para desarrollar campañas públicas de información. Van a neutralizar la circulación de leitmotivs contrarios a sus intereses mediante la difusión de sus ideas.
En realidad, ya hemos tenido dos serios indicios de ello. El primero, la pregunta deslizada por el CIS de Tezanos planteando a la población si quería una fuente única de información sobre el coronavirus: «Cree usted –fue el texto literal– que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y medios de comunicación social, remitiendo toda la información de la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?» Naturalmente, con planteamiento tan sesgado, el 66,7% de los encuestados dijo que quería la prohibición. Vivan las «caenas».
El otro momento grave fueron las declaraciones del general de la Guardia Civil, José Manuel Santiago Marín, cuando señaló que los agentes trabajaban en las redes sociales contra los bulos y «para minimizar el clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno». Estas declaraciones supusieron tal alarma que el ministro Marlaska tuvo que salir a desmentirlas. Tres meses después, Interior ascendió a Santiago a Jefe del Estado Mayor de la Benemérita. Exactamente lo que anunció Marín es lo que va a hacer la nueva Comisión. Dirigir las corrientes de expresión y pastorearlas de acuerdo con los intereses de Sánchez. Desde el Gabinete de Presidencia y con nuestro dinero. Salvo que Europa se dé cuenta que esto tiene que ver con el intento de control del CGPJ, la eliminación del español de Cataluña o los seis meses de estado de alarma.
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