Opinión

¡Carta de Warren!

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, las ha resumido en una carta a los militantes socialistas, que permite intuir los riesgos que los derechos de las trabajadoras afrontan ante el Gobierno de «la criatura», que es como llamó Mary Shelley al monstruo de Frankenstein.

La violación de dichos derechos será tanto más sencilla para los poderosos cuanto más imbuidos se sientan ellos de su papel redentor e insustituible. Y a Warren le pueden ganar en muchas cosas, pero no en narcisismo.

Él sabe lo que el pueblo necesita: una España verde, la transformación digital, la cohesión social y territorial, y la igualdad de género. El que las mujeres españolas puedan decidir ellas mismas qué hacer con su vida es algo que Warren y sus secuaces ignoran. Ellos saben que las mujeres necesitan una España verde, y por eso les van a subir los impuestos a los plásticos o a los combustibles o a lo que sea. Las mujeres se verán empobrecidas, pero Warren no dedica al asunto ni media palabra. Insiste en que sabe lo que las mujeres demandan: «unos Presupuestos progresistas y de país». Esta maravilla supone «blindar nuestro Estado del Bienestar». Relata la cantidad de cosas buenas que hace el gasto público. ¿Y la cuenta? «Una fiscalidad justa para el siglo XXI, apostando por una mejor redistribución de la riqueza donde las rentas más altas y las multinacionales aumentan su contribución al interés general». Sólo pagarán los asquerosos ricos. Es una fabulosa mentira, salvo que usted crea que la tasa Google la va a pagar Google y no usted, señora.

Todo son mensajes de unidad, de desprecio a los críticos que solo buscan engañar con el insignificante tema de Bildu, de fantasías de keynesianismo cañí con las capacidades multiplicadoras del gasto público, y la propaganda habitual: «amparar a los más vulnerables…sin dejar a nadie atrás».

La propaganda es crucial para que muchos votantes crean que precisan que sus derechos sean violados para que el Gobierno nos cohesione, nos transforme digitalmente y nos iguale en el paraíso. Porque los objetivos de las mujeres no cuentan, sino los que los progresistas les imponen.

Termina Warren su epístola asegurando que los socialistas «coincidimos con una amplísima mayoría social». Si fuera así nunca habrían necesitado unirse con los socios que tienen para formar y sostener el Gobierno de «la criatura».