Opinión

Peor que Frankenstein

Tras Sánchez, no quedará nada del PSOE; al menos que se preserve España

El calificativo «Frankestein» puesto por el malogrado Rubalcaba al Gobierno que pretendía formar Sánchez con Podemos, los separatistas y Bildu, palidece ante lo que día a día la realidad nos va mostrando, una vez que Sánchez consiguió su malsano propósito tras recuperar la Secretaría General. Con menos de un año de vida y con alarma y confinamiento durante meses, ha sido capaz de llevar la política nacional a unos niveles de crispación y descrédito inimaginables.

Lo resume casi todo el pacto presupuestario –en la práctica, de legislatura– con Otegui, jactándose de que lo hacen «para avanzar hacia la República vasca independiente»; y con ERC, exigiendo armonizar la fiscalidad autonómica para evitar que Madrid le haga «competencia desleal» a Cataluña por sus bajos impuestos. Faltaba el PNV exigiendo algo tan sensible para la autoestima y dignidad nacionales como el Cuartel de Loyola en San Sebastián, que va más allá de las estrictas necesidades para la Defensa.

Aunque quedaba la guinda del Vicepresidente Iglesias declarando en un medio italiano que «aunque él tutea al Rey y le cae bien, España avanza imparable hacia la República». Por menos que ésto los «Intelectuales por la República» manifestaron que «no era eso» lo que esperaban y por lo que habían apostado.

Ahora tienen la palabra y las obras los socialistas que, con Felipe González, comparten un sentimiento de preocupación y bochorno ante lo que está haciendo el líder de su partido junto a Redondo e Iglesias. Tras Sánchez, no quedará nada del PSOE; al menos que se preserve España.