Opinión

¿Por qué se sublevó Franquito?

Con este título, empleando el nombre con el que sus compañeros de armas se referían a Francisco Franco, acaba de aparecer un libro en la Editorial Círculo Rojo. Su autor, José Nicolás-Correa, es licenciado en Derecho, gestionó durante muchos años la empresa familiar que fundó su padre, y actualmente prepara el doctorado en la Universidad San Pablo CEU, especializándose en el periodo inmediatamente anterior al estallido de la Guerra Civil.

Este breve e interesante volumen se inscribe dentro de la corriente crítica con lo que suele denominarse «el relato», es decir, la propaganda política basada en la tergiversación de la historia. La izquierda, hegemónica en los mundos de la cultura, la universidad y los medios de comunicación, tiene en el objeto de análisis de Nicolás-Correa una baza de gran importancia, y la ha manejado tradicionalmente con destreza. En efecto, los autodenominados progresistas han conseguido que prevalezca la idea de que antes del 18 de julio de 1936 España era una democracia normal, incluso avanzada, que se frustró por un golpe fascista que arrastró al país al enfrentamiento civil. La verdad no se ajusta a este retrato simplista y maniqueo de nuestro pasado, y el libro de José Nicolás-Correa es útil para ponderar los acontecimientos con mesura. La pretendidamente idílica Segunda República fue cualquier cosa menos un lustro ejemplar. Se trató en realidad de un genuino prólogo del conflicto civil, con un alto grado de violencia, en la cual las responsabilidades de socialistas, comunistas, anarquistas y sindicalistas fueron gravísimas, como lo demostró en particular la Revolución de Asturias. Un republicando como Salvador de Madariaga lo sentenció muy claramente: «Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936».

En la sobria descripción de los hechos precedentes a la sublevación de Franco, de cuya persona habla poco, Nicolás-Correa señala también los crímenes cometidos por los adversarios de la izquierda. Pero no se hace ilusiones ante el tramposo «relato» que pretenden imponernos ahora, supuestamente desde el equilibrio y la memoria histórica. La brutal realidad de lo que era la izquierda queda bien representada con esta declaración del centrista y moderado socialista Indalecio Prieto: «Estamos decididos a hacer en España lo que se ha hecho en Rusia. El plan del socialismo español y del comunismo ruso es el mismo.