Opinión

Milana bonita

Hay cosas que no cambian nunca. Leyendo estos días el libro «Cuando éramos capitanes. Memorias de aquella guerra» de Teresa Pàmies, encuentro la anécdota entre la escritora y activista política y un soldado, vecino de su pueblo, que lloraba a orillas del Ter porque no tenía munición para su fusil y eso le impedía seguir luchando. Había ido al frente movilizado, no como voluntario, y ahora no podía cumplir como soldado porque los mismos políticos que le enviaron al frente, ahora le impedían seguir luchando. «La culpa de todo la tenéis los políticos porque entre vosotros no os entendéis. Anarquistas y comunistas, los del POUM y los cenetistas, lo ugetistas y lo negrinistas, los prietistas y los largocaballeristas …». Al preguntarle Pàmies qué era él, respondió: «Soy un soldado que ayer era un payés y que mañana volveré a ser un payés. No puedo cumplir con mi misión porque los políticos solo se pelean entre ellos».

Eso sucedía en 1939. En 2020, 81 años después, los soldados rasos disfrazados de ciudadanos seguimos culpando a los mismos. La ineptitud de los políticos, sus decisiones caprichosas y su afán de politizarlo todo siguen condicionando nuestras vidas. Asisto atónita a la pretensión del gobierno de Albudeite de quitar el nombre de Paco Rabal de su callejero, de su Casa de Cultura, porque el actor era comunista. Hoy le toca a Rabal o a Rafael Alberti, mañana les tocará a otros por ser de ideología contraria. Olvidan los políticos que los actores, los artistas y los poetas serán recordados por su arte y eso les garantizará la memoria eterna. De ellos, no podrán decir lo mismo. Prevalecerá la milana bonita del Azarías de Paco Rabal en «Los Santos Inocentes» sobre los pajarracos políticos que levantan el vuelo o lo posan según la voz de su amo.