Una de las niñas tenía un agujero en el delantal, la otra, en los mitones. Suficiente para que Alma levantase una ceja. La encargada del elegante establecimiento de juguetes, que iba de negro con cuello almidonado de puntilla blanca, envió a una empleada, armada con un par de mazapanes, a apartarlas discretamente del frontal del escaparate, no fuesen a ahuyentar...
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