Opinión
Querellas, callejón sin salida
Con un gobierno del PP tendríamos ahora titulares demoledores exigiendo la dimisión del presidente
El Tribunal Supremo ha cogido las 20 querellas y 30 denuncias presentadas contra el Gobierno por su gestión de la pandemia, les ha hecho un bonito lazo navideño y les ha pegado una patada como si fuera un balón de fútbol para enviarlas lejos del terreno de juego, al limbo de los juzgados ordinarios. La Fiscalía había solicitado la inadmisión y por lo visto ninguno de los abogados que las habían redactado, dicho irónicamente, sabía lo que hacía. El auto considera que «no está debidamente justificada la autoría de los hechos punibles atribuidos a los miembros del Ejecutivo». Con lo hábil que es el «equipo jurídico» gubernamental, formado por la Fiscalía General (no sé por qué la Constitución dice «del Estado») y la abogacía (el Gobierno ha conseguido que no sean «del Estado»), nunca pensé que el tema tuviera recorrido. No deseo que nadie sufra un calvario judicial, pero hay mucha gente que esperaba cerrar su duelo con un pronunciamiento judicial. Las calles hubieran ardido con una pandemia gestionada por el centro derecha. La izquierda política y mediática hubiera desatado una cacería de dimensiones épicas y, por supuesto, el «equipo jurídico» hubiera sido antigubernamental.
En ese caso, el auto hubiera sido de un signo distinto y comenzaría un duro procedimiento porque, como le gusta gritar a la izquierda antisistema, «los españoles queremos saber» y «no nos merecemos este gobierno». No entro en el fondo, porque es probable que finalmente fueran exonerados y que Illa y Simón sean sólo unos pintorescos incompetentes, pero siempre resulta llamativo que no sigamos la estela de otros países. Lo que ahora tenemos claro es que el Supremo no encuentra indicios, se limita a deducir testimonio y remitirlas al decanato de Madrid para que se incoen las causas penales. Esto permite una oportuna dilación, que será muy larga, porque tendrán que ser los jueces de instrucción los que investiguen, con los escasos recursos que tienen, para buscar indicios de responsabilidad contra algún aforado. En ese caso, elevarán una exposición razonada al Supremo. No está nada mal. Con un gobierno del PP tendríamos ahora titulares demoledores exigiendo la dimisión del presidente. Las mareas serían auténticos tsunamis. En el mundo del Derecho las cosas, generalmente, no son blancas o negras, sino que hay diferentes salidas, alternativas fascinantes y buenos juristas capaces de encontrarlas. Es una profesión maravillosa. Por tanto, hay que felicitar al Gobierno por su «equipo jurídico», mostrar empatía con las víctimas y esperar que dentro de una década tengamos, con mucha suerte, alguna verdad judicial.
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