Política
El tópico de la crispación política
Un lugar común es hacer referencia a la crispación política, porque sus detractores consideran que deteriora la democracia. Este término es una percepción que transmiten los medios de comunicación y periodistas, sobre todo los neosanchistas y podemitas, para descalificar al centro derecha que, por cierto, representa a la mitad de España. Todo lo que no sea someterse, como mansas ovejitas, al inquilino de La Moncloa y su vicepresidente es un pecado de lesa majestad. Estos días, vemos cómo el rodillo frentepopulista impone sus normas ideológicas y desprecia cualquier atisbo de consenso, pero los que se escandalizan por la crispación nada dicen por esta actitud gubernamental. Por lo visto, es crispación poner de manifiesto que la coalición gubernamental está formada con los comunistas que quaieren acabar con la Constitución. Ahora parece que no se impidió la ruptura de España en Cataluña y no se acabó con ETA, porque los independentistas y los bilduetarras están eufóricos porque este gobierno les ha legitimado con sus actos.
Es curioso, también, que los que piden mansedumbre en el Congreso digan que los españoles se sienten desafectos con la política, pero esto no se refleja en las encuestas donde la gente sigue apoyando a sus partidos y no aparece una abstención apreciable. Esto me recuerda cuando se pregunta a la gente qué programas o películas ven y resulta que muchos mienten para parecer cultos. La realidad es que el parlamento refleja lo que se vive en la calle y mucha gente está preocupada por lo que hace y quiere hacer el gobierno socialista comunista y sus aliados. Los intelectuales, periodistas y artistas de izquierdas afirman que los políticos viven en una burbuja, como si fueran alienígenas, lo cual es otro tópico que he oído muchas veces. Otra cuestión es que estén más o menos preparados para las funciones que ejercen, pero han sido votados por los ciudadanos y saben muy bien lo que sucede en la calle. En este sentido, lo que diferencia a unos y otros son las medidas a adoptar a la hora de gestionar. Lo que sabemos seguro es que cada vez que hay un gobierno de izquierdas, la situación económica acaba siendo catastrófica e intenta imponer, además, su hoja de ruta ideológica sin importarle la crispación. Es la pretendida e inconsistente superioridad moral de la izquierda. Ahora quieren, simplemente, la mansedumbre de sus rivales y la aquiescencia en su campaña para acabar con la Corona, la Constitución e imponer estos nuevos y falsos derechos para destruir lo que denominan una sociedad burguesa y capitalista.
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