“¡Dientes, dientes!” era lo que recomendaba la Pantoja, como remedo de sonrisa, para enfrentarse a la prensa. Perfectamente hubiese servido la señora para anuncio de pasta dentífrica. En la España de 1950 por no haber, no había ni dientes, no sólo para los viejos que mascaban sus encías muertas de hambre, sino para los artistas de la tele, cuyos dientes...
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