Un chino era para nosotros, niños de los 60, un colador para triturar el puré o el señor amarillo, con bigotes como alambres hasta el suelo, del envoltorio del flan. Después vinieron los restaurantes con rollitos de primavera y ahora, los calzados de Mallorca o los textiles catalanes han desaparecido por la competencia imbatible.
Reflexiono mientras unas operarias, arropadas...
¿Quieres leer más?
Has accedido a un contenido premium de La Razón. Suscríbete a Younews y tendrás acceso ilimitado a las mejores opiniones, análisis y otros contenidos exclusivos. Una suscripción que va más allá de las noticias, y para que lo pruebes te regalamos un mes gratis.
Has accedido a un contenido premium de La Razón. Te regalamos 10 contenidos gratis para que pruebes.
Tienes artículos disponibles
Inicia sesión si ya eres suscriptor