Pedro Sánchez

«Sanchezlain» (II)

La única noticia por la parte española sobre el nuevo estatus de Gibraltar es que «la verja desaparece», en palabras de la ministra de asuntos exteriores; porque por la parte británica el Primer Ministro Boris Johnson ya se ha encargado de expresar su «entusiasmo» por el acuerdo alcanzado, y motivos parece tener para ello. No hablamos de un tema menor, sino de una auténtica cuestión de Estado: Gibraltar es la última colonia en Europa, y ahora además con un estatus privilegiadísimo en todo lo que le conviene al Reino Unido al pertenecer al Espacio Schengen. Afirmar que pasamos del «Gibraltar español» al «Gibraltar europeo» es lisa y llanamente el reconocimiento de una claudicación tanto más indigna cuanto mejor era el momento para negociar desde una posición ventajosa para España. Un Gibrexit duro –con el Peñón aislado de España y de todo el continente europeo– era el principio del fin del único paraíso fiscal colonial. A cambio ha obtenido todas las ventajas de pertenecer a la UE y ningún inconveniente. Para nosotros queda el contrabando y la inmigración ilegal.

En la costa oriental gibraltareña está la denominada «Bahía catalana» en reconocimiento a la ayuda que prestó para su conquista un batallón de 350 soldados del bando austracista durante la guerra de Sucesión en 1704. Los socios separatistas de Sánchez nunca han ocultado su orgullo por aquella empresa, que ellos transforman ahora de guerra de Sucesión en guerra «de Secesión».

En recuerdo de Chamberlain, el gestor de este deshonor se ha convertido en «Sanchezlain».