Opinión
Queridos Reyes Magos
Nunca olvidaré el caballo de cartón con aparejo de carne de membrillo que me dejasteis de niño en la ventana del cuarto de afuera. Y eso que yo nunca le di al cartero del pueblo, el tío Tomás, «El Sordo», ninguna carta para que os la hiciera llegar. Fue el regalo inesperado que más ilusión me ha hecho en la vida. Desde entonces, no lo toméis a mal, os trato con confianza y familiaridad. Por eso os escribo hoy cuando ya estoy al cabo de la calle. Y lo primero que os pido es que observéis con compasión mi tierra vaciada, esta noche heladora y con nieve. Fijaos en la desolación de las Tierras Altas, el mayor desierto demográfico de Europa, cuando bordeéis la Alcarama y descendáis a Sarnago por el camino de Valdenegrillos. Os toparéis con la iglesia derruida y no encontraréis zapatos ni abarcas en ninguna ventana, ni humo en ninguna chimenea.
Pero, como comprenderéis, el motivo principal de esta carta es la peste que no cesa y que, con las fiestas, rebrota y se expande peligrosamente. Os pido que dejéis carbón a los criminales que se ríen de las normas. Y, sobre todo, ¡que funcionen las vacunas!, que arrinconemos al maldito virus, que recuperemos la libertad y los abrazos, que volvamos a sonreír sin mascarilla, que queden libres las ucis y que las funerarias dejen de hacer horas extra. Os pido especialmente que alegréis a los mayores de las residencias y a los que están solos. La pandemia está convirtiendo, como sabéis, a los viejos en la generación liquidada. No parece que sea mucho pedir que los abuelos supervivientes vuelvan a juntarse un rato con sus nietos a cara descubierta. Tampoco estaría mal que ayudarais a reconstruir el tejido social y el de los pequeños negocios destrozados por la pandemia. Y que cambien las tornas: que los ricos del mundo sean menos ricos, y los pobres, menos pobres, lo contrario de lo que está pasando.
En fin, os suplico que echéis una mano a España, que anda desvencijándose, que recuperemos el buen sentido de la Transición y dejemos de convertir al adversario en enemigo, que este año cambie el Gobierno y que los gobernantes dejen de mentir al pueblo. ¡Ah! se me olvidaba: que el rey Juan Carlos, vuestro colega, que mañana cumple 83 años, vuelva a casa y reciba el respeto y la gratitud que se merece.
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