Opinión

La cuesta de enero

Enero, como se sabe, es un mes en cuesta. Este año la cuesta es especialmente dura y trabajosa. Al rebrote y expansión incontrolada de la pandemia se ha unido el latigazo de la tempestad de nieve y hielo, que ha dejado a media España, con Madrid a la cabeza, tiritando. Una semana después de la gran nevada, aún está intransitable la calle de Las Rozas donde vivo. Y, por si fuera poco, el desamparo y el temor de la gente se ven incrementados por la sensación de que el Gobierno está aturdido, fuera de la realidad, perdido en rencillas interiores y en propaganda política, incapaz de hacerse cargo de lo que pasa. La cuesta de enero resulta este año más empinada para los que han perdido el trabajo o echado el cierre a su negocio. Hasta las rebajas de los grandes almacenes lucen amortiguadas.

A los que venimos de la oscura España de la posguerra y de aquel mundo rural, en el que no había rebajas, ni luz eléctrica, ni seguros agrarios, ni médico en el pueblo, ni carretera, ni ayuda del Gobierno, todo esto nos sorprende menos. Entonces todo el año estaba en cuesta, pero en la cuesta de enero residía el duro corazón del invierno. Caía la gran nevada, como la de este año en la capital y alrededores. Lo recuerdo bien. Las nubes se abatían sobre los tejados. La tempestad de nieve duraba días y noches interminables. En las largas noches, las úrguras ululaban en el hueco de la chimenea, mientras mi madre, enlutada, nos leía cada noche en la cocina, con voz cadenciosa, a la luz del candil, el Quijote. Los ganados permanecían encerrados en los bajos de la casa y había que traerles agua de la fuente y darles de comer en los zarzos y en las duernas, sin olvidar la bola de sal para la basquilla de las ovejas. La majada y la cocina eran los únicos refugios.

Pero, en fin, no todo es cuesta arriba en este enero de 2021. La luz aumentará poco a poco a medida que alarguen los días. La nieve caída en las ciudades desaparecerá. Avanzará la vacuna contra la covid. Bajará la curva de la pandemia. Este Gobierno se resquebrajará. Y en el pueblo, la luz horizontal dorará la mampostería de las casas, y el crepúsculo volverá a coronar de malva y oro el azul de la sierra.