Opinión

En el punto de partida

Nos acercamos, paso a paso, al mismo escenario que el pasado 2020 nos produjo tanto estupor como sorpresa. Me refiero a ese día del mes de marzo en el que por fin y sin remedio nos encerraron en nuestras casas, después de mostrarnos día a día y mes a mes cómo los países más lejanos como China, o los más cercanos, como Italia, iban dejando sus calles vacías.

Es cierto que si este 2021 toca confinamiento, a nadie le llamará la atención. En esta semana de enero se escribe la crónica de un encierro anunciado con números que avasallan y hospitales advirtiendo de un inminente colapso.

Sin embargo, parece que nadie se plantea cómo no hemos visto que el camino se volvía circular y conducía al punto de partida. No es solo cosa nuestra. La indefensión contra el coronavirus parece tan internacional, que hasta los propios chinos, que presumían de haber doblegado por completo la enfermedad, vuelven a notificar casos, a reportar la primera nueva muerte, tras ocho meses, y a poner en cuarentena a veinte millones de personas.

Las dudas sobre la eficacia y los efectos secundarios de la vacuna –para tantos «sin terminar de investigar»–no ayudan demasiado. En Alemania son muchos los sanitarios que han decidido optar por no ponérsela y en otros lugares, como la capital de España, la exasperante lentitud con la que se inocula no contribuye a que se consiga paliar los efectos de la aceleración de los contagios.

La pregunta es, si antes de Navidad los expertos sabían lo que iba a acontecer –y no solo por las reuniones sociales sino, sobre todo, por los ciclos de la enfermedad– ¿será que no podemos hacer nada contra esta pandemia, salvo aguantar y esperar?