Opinión

Vaya tropa

Creo que no hay nada en este país que logre ponernos de acuerdo. Ya ni siquiera las victorias de la selección española o de Rafa Nadal, que parecen molestar a algunos; siempre hay alguien enarbolando la bandera del «qué se trata que me opongo».
Ni para algo tan democrático como es ir a votar nos ponemos de acuerdo, no en el sentido del voto, sino en el día. Debido a la pandemia, el Govern decidió aplazar las elecciones catalanas, como está sucediendo con muchos otros eventos igual o más importantes. Pero mientras unos ven razones sanitarias y de seguridad, otros vislumbran motivos políticos que abrazan todo tipo de relatos y conspiraciones.
Es lo que tiene politizar todo en la vida: desde una pala para retirar la nieve hasta fijar una fecha electoral. Y como son como son, cansinos, algunos han decidido impugnar el aplazamiento electoral ante la justicia. Que tampoco se entiende por qué tienen tantas ganas de que la gente vaya a votar si luego se pasan la voluntad popular depositada en las urnas por el lugar por el que suelen pasarse todo lo que no les afecta a ellos.
Pero los políticos y sus siglas tienen su cosas, sus planes, sus plazos, sus compromisos, sus agendas, sus crisis, sus repartos de poder, sus tensiones, sus nombramientos, sus encuestas, sus hojas de ruta y sus prisas. Está bien que estén deseando trabajar, aunque sea para sus cosas, pero estaría mucho mejor que tuvieran las mismas prisas para solucionar los problemas de los ciudadanos sobre los que estampan el sello de «sine die» y no parece que les importe tanto.
El «Vaya tropa» que soltó el conde de Romanones al enterarse de que nadie en la Real Academia Española le había votado a pesar de que muchos se comprometieron a ello, sigue de plena actualidad.