Opinión
La edad de hielo
Narciso Buesa, mi padre, fue un ingeniero forjado en el servicio público que dedicó una buena parte de su vida profesional a los asuntos ferroviarios madrileños. A él le oí decir muchas veces —cada vez que una inclemencia climática derivaba en problemas— que «Madrid lo hicieron en verano». Han pasado décadas desde entonces; pero el problema sigue siendo el mismo, tal como hemos comprobado en los últimos días cuando la ciudad y la región se han sumido en una transitoria edad de hielo. Naturalmente, es inevitable que, en ocasiones, el rigor invernal provoque estragos, incomodidades y frenos a la vida ciudadana. Pero también lo es que, cuando se está preparado para ellos, se dispone de un sistema de protección civil bien dotado de medios materiales y humanos, y se cuenta con una dirección capaz de tomar decisiones sin demoras, entonces los efectos de tales alteraciones se hacen incluso soportables.
No ha sido éste el caso de la gran nevada y las posteriores heladas que ha dejado la borrasca Filomena. Empezando por lo más importante —el liderazgo político ante la catástrofe— casi todo ha fallado: en las alturas, daba la impresión de que el presidente del Gobierno se encontraba en estado de hibernación o, tal vez, de veraneo inconcluso; al ministro del Interior, al parecer, hay que solicitarle la intervención de la fuerza a su mando por triplicado, con póliza de 25 pesetas; su homólogo de Transportes parece ir en carreta de bueyes, mientras sus empleados, en ERTE, están mano sobre mano; aunque, una vez más —y van muchas—, la titular de Defensa ha estado a la altura de las circunstancias, limitada eso sí por los celos remilgados de su colega-jefe de protección civil. Y en el plano municipal, el Alcalde, aunque voluntarioso, se ha visto sobrepasado por los acontecimientos, sin capacidad para movilizar a tiempo y al completo a los servicios y empresas del consistorio. El resultado de todo esto, según muestran las cifras disponibles, es claramente mediocre. Madrid ha fallado una vez más. Construida en verano no es capaz de afrontar la edad de hielo.
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