Opinión

Podemos ser fascistas

Ofendido ante las críticas por su comparación entre Puigdemont y los exiliados del franquismo, Pablo Iglesias insistió en que el antifascismo de Podemos es indiscutible. Se equivoca, porque sí se puede discutir. Bastantes supuestos progresistas guardan con el fascismo apreciables concomitancias. Es el caso de la casta dirigente de Podemos. He analizado el caso de Iglesias (por ejemplo aquí: https://bit.ly/38Nrcvv). Hoy abordaré una interesante declaración de la señora ministra de Igualdad, doña Irene Montero.

El fascismo es anti-individualista: niega a la gente la posibilidad de una vida social plena y próspera en un marco de libertades. La conclusión del fascismo es, como decía Mussolini: “todo dentro del Estado”, porque el Estado es lo que permite a las personas superar los obstáculos del mundo privado. La defensa de lo público y el recelo ante lo privado, así, son típicos del fascismo.

Sostiene la señora Montero que la libertad solo vale para una minoría de mujeres ricas: las demás necesitan la coacción política y legislativa, porque sin ella carecen de protección: de ahí la necesidad de imponer cuotas, regulaciones, etc. Para redondear el argumento, doña Irene recurre a otro clásico antiliberal, que es la imposibilidad de cooperación entre las personas, y asegura que el mérito de las mujeres que salen adelante no es suyo sino que se basa en la explotación de las mujeres “precarias”, que limpian, friegan, y cuidan. “El individualismo es mentira”, concluye la ministra, y la solución es ir “todos a una” y “reforzar los servicios públicos”. En caso contrario “no hay futuro para la gran mayoría de la gente”.

Cabe objetar a estos planteamientos desde la lógica y la contrastación empírica. No es cierto que las mujeres no puedan prosperar sin la coerción del poder, y mucho menos que solo prosperen dañando a otras mujeres. La gran mayoría de la gente que ha salido adelante en el mundo, en un número que ha crecido espectacularmente debido a la crisis del comunismo, no lo ha hecho gracias al Estado sino gracias a su propio esfuerzo y mérito, precisamente lo que la señora Montero niega.

Pero, además de reseñar las deficiencias en su razonamiento, resulta asimismo revelador el carácter fascista del mismo. Mussolini no habría podido expresar el anti-individualismo mejor que doña Irene Montero. De hecho, lo expresó igual.