Gobierno de España

Escrivá y quien le escriba

Esa ampliación significa recortar las pensiones, y nadie quiere afrontar el coste político de ello

Todavía colean los ecos de la entrevista que le hizo Carlos Alsina en Más de Uno en Onda Cero al ministro José Luis Escrivá. Parafraseando a García Márquez, podemos decir que el ministro no tiene quien le escriba bien.

Se enfadó Escrivá sobre la cuestión de las pensiones, expresando su «desconcierto e incluso decepción de que la presenten con una narrativa que nunca me habrán oído a mí, sino que se ha creado artificialmente a partir de una realidad que no existe».

Fue un doble error. Primero, porque se metió con el mensajero, y le faltó tiempo a Alsina para preguntarle si no tendría el enemigo en el seno de su propio Gobierno. Y segundo, porque esa realidad sí existe. Es tan clamorosa su existencia que «Escrivá mandó dos veces a los ministros el plan de subir a 35 años el cálculo de las pensiones», según informó «El País»; y, asimismo, «las líneas remitidas por el Gobierno a Bruselas hablan de ampliar el periodo de cómputo para calcular las pensiones futuras».

Aquí está el asunto: esa ampliación significa recortar las pensiones, y nadie quiere afrontar el coste político de ello. Para eso se hizo el Pacto de Toledo, cuyo objetivo no es resolver el problema sino disolver dicho coste. La forma de hacerlo es difundir por doquier la tinta del calamar, procurando ocultar el empobrecimiento de los ciudadanos, y minimizar el daño a las autoridades.

El polinomio milagroso incluye, por tanto, recorte de pensiones, y aumento de los impuestos y las cotizaciones. La retórica es profusa en terminología más o menos oscura: fuentes impropias, contributividad, destope, etc. Porque la clave es que a ningún político lo pille el toro. Por eso le insistió Escrivá a Alsina: «Tenemos que hacer muchos cálculos…está en el Pacto de Toledo…Léanse el documento del Pacto de Toledo que es muy interesante…El sistema de pensiones español es bastante sostenible».

Paulita Naródnika, la lideresa del populismo vernáculo, hablando de sí misma en tercera persona, se apresuró a celebrar que nada se recorta y menos las pensiones: «Si alguien ha ganado la batalla son los pensionistas del presente y los pensionistas del futuro. Esto no es una victoria de Unidas Podemos ni de Pablo Iglesias; que las pensiones se vayan a revalorizar es una victoria de la sociedad».

Como dice el tango: mentira, mentira.