Vacunación

Sin sol

Más cansaditos, más hartos, más humildes, más frágiles, más amables, más aburridos.

Aquí estamos viendo cómo la indignada pandemia del coronavirus se hace extensa e intensa. Estamos descubriendo que ni en los momentos más críticos los negociantes son capaces de vender el género con equidad y honradez. ¿Qué es eso de trapichear con las vacunas?, ¿de engañar sobre su efecto?, ¿de no cumplir con lo pactado?, ¿de favorecer a los más adinerados? Pero es que las compañías farmacéuticas, queridos, siempre han actuado a capricho. Son un poder primordial. ¿Por qué ahora no van a aprovecharse de la situación? También se aprovechan algunos cargos políticos y allegados. Primero dejaron que pinchasen a los ancianitos a ver si sobrevivían a la sustancia y como vieron que sí, pues a pillar. Yo soy de riesgo, dicen. Y tanto, es un riesgo brutal tenerlos a ustedes dirigiendo nuestras instituciones. Es un riesgo que los mandatarios se olviden a menudo de la ética, de la estética y de la vergüenza.

¿Entraron ya tocados del mal o fue dentro del circo político donde se contagiaron? Esta pregunta da para mucho debate. Pero yo creo que a todos esos que les hipnotiza el mando y la pasta ya vienen con una marquita rara en su cerebro. Vaya usted a saber de qué. Así que mientras los grandes mandamases de todo el mundo, corrompidillos y algo lerdos, intentan poder acabar con este bicho que nos han infundido, quien sabe quién, nosotros nos tenemos que levantar temprano y con desgana y nos ponemos a trabajar. Los funcionarios menos, que ya lo tienen resuelto. Los otros, los parias, los autónomos y demás seres en riesgo de exclusión, sí. Y miramos a ver si sale el sol de una puta vez. Y asoma, sí. Pero se va.