Opinión

Esenciales, solidarios y protegidos

Ignacio García Magarzo

Aunque siempre habían estado ahí, durante estos últimos meses hemos descubierto a los trabajadores de la distribución alimentaria. Antes, apenas percibíamos el enorme esfuerzo que hacen todos los días para que no falte ningún producto en los lineales de los supermercados. Y eso que son miles los que consideramos indispensables para nuestro bienestar. Hoy, por fin, sabemos que, solo gracias a ese esfuerzo –y al de los agricultores, los trabajadores de la industria, los transportistas–, esos productos están, cada día, muy cerca de nuestras casas, cuando se levantan los cierres de las decenas de miles de tiendas de alimentación que hay en todo el país.

Eran casi invisibles cuando empezamos a descubrirlos hace ahora menos de un año. Fue justo cuando aprendimos la palabra confinamiento. En esos días, el miedo hizo que nos agolpáramos en las tiendas para acaparar esos productos que tanto necesitamos, ante el temor –que pronto se demostró infundado– de que no los encontraríamos al día siguiente. Compramos tanto, que fuimos capaces de vaciar los lineales. Pero, gracias al esfuerzo de esos miles de mujeres y hombres a los que apenas veíamos, a las pocas horas, los lineales volvían a estar llenos. Y comprobamos, también, que cuando la mayoría nos quedábamos en casa, ellos seguían allí, cada día, esforzándose para convertir las tiendas en un lugar seguro para todos.

Durante todo este tiempo de pandemia hemos vivido muchos momentos muy duros, pero esos trabajadores no han cambiado: siempre han logrado devolvernos la tranquilidad de que tendremos alimentos, incluso bajo una nevada histórica. Por fin los hemos descubierto y ya sabemos que son indispensables para todos.

Por eso, los trabajadores de la distribución alimentaria deben tener acceso a las vacunas contra la Covid 19 lo antes posible. Gracias a la seriedad con que se toman las medidas de seguridad y al esfuerzo de las empresas para facilitarles los medios que les protegen, no son hoy un grupo de riesgo. Pero sí son trabajadores esenciales, cuya actuación, en los peores momentos de la pandemia, ha demostrado servir a todos los ciudadanos de una forma comprometida, eficaz y, sobre todo, solidaria. Sin ese gran servicio que nos prestan, las autoridades sanitarias no podrían tomar decisiones para limitar la movilidad como las que están tomando. Conseguir frenar la pandemia y su impacto en la sociedad es –ya lo sabemos– responsabilidad de todos. Contribuir a alcanzar, cuanto antes, la inmunidad que necesitamos también lo es. Por eso, después de proteger a las personas más vulnerables frente a la enfermedad, debemos proteger a los que son esenciales para todos nosotros. Durante este año han demostrado que lo merecen tanto como los necesitamos.