Política

Los ataques de RTVE a la Corona

TVE rotuló la noticia de que la Princesa de Asturias cursaría el bachillerato internacional en Gales poniendo: «Leonor se va de España, como su abuelo». Tras la tropelía y el consiguiente escándalo, la administradora única de RTVE, Rosa María Mateo, emitió un comunicado lamentándose por «el grave error». Hay que preguntarse qué majadero puede cometer un error con tanta intencionalidad y sesgo podemita. Por supuesto, asegura que serán relevados los responsables. Me temo que algún pobre becario será enviado a Siberia. No entiendo por qué alguien pierde el tiempo en pedir la dimisión de Mateo. Es absurdo, porque es, simplemente, un busto parlante que se limita a cobrar un sueldo espectacular y disfrutar de los chollos que le otorga el cargo. Ni más ni menos. En su papel de máxima responsable del ente público se limita a actuar como marioneta de La Moncloa y espantapájaros frente a la oposición, para que puedan actuar con absoluto descaro los que realmente mandan. Mateo representa un modelo de televisión caduco que nada puede aportar al dinamismo y modernidad que se exige en los tiempos en que vivimos.

Es un insulto a la inteligencia que La Moncloa pusiera a una jubilada desconectada de los medios de comunicación, dicho con todo respeto, para liderar la televisión y la radio de titularidad estatal en el siglo XXI. Es para partirse de risa. Su única ventaja es que su adscripción ideológica y su trato amable le garantizan una total impunidad. El objetivo del gobierno socialista-comunista es que RTVE sea un eficaz instrumento, como sucede con el CIS de Tezanos, al servicio de sus intereses partidistas. Por ello, nadie espera que Mateo haga nada y se tiene que limitar a acudir a su despacho para guardar las formas, presidir algunas reuniones y comparecer en el Congreso. Mientras tanto, la izquierda ha ampliado su influencia, que ya era enorme en tiempos del PP, y la podemización del ente público es ahora tan insufrible como abrumadora. El concepto que tienen los mandos de RTVE de la independencia o la neutralidad informativa es poder dar rienda suelta, sin ninguna limitación, a sus ideas socialistas y comunistas. El rótulo no es casual, porque son tantos los ejemplos de este tipo de «errores», que siempre favorecen al gobierno o perjudican a la oposición y a las instituciones que consideran poco afectas al populismo, que parece difícil creerse las mentiras de un comunicado de prensa.