Partido Popular
Claudicación ideológica
El PP está en el diván del psicoanalista intentando averiguar qué le ha pasado tras el demoledor veredicto de las urnas catalanas. Debería ayudar a resolver el misterio de lo sucedido a sus competidores directos, algo que sin duda es de interés general para nuestra democracia, necesitada de urgencia como está de una alternativa política solvente en el centroderecha.
El resultado de Galicia –donde, por cierto, no rompen con el pasado más reciente del PP y no parece irles tan mal–, ratifica que la fórmula de «España+» no solo no suma, sino que resta, al menos al PP. La refundación popular ya se hizo en 1989 en la antigua AP con el refuerzo del humanismo cristiano propio de los partidos populares europeos. En la actualidad, ese humanismo ha desaparecido de facto del partido –confundiéndose en la tibia evanescencia centrista y liberal de Cs– emigrando esos votantes a otros lares partidistas. La ideología marxista de género es lo que define el perímetro de la dictadura de la corrección política, y el PP se ha instalado en su seno con armas y bagajes, abandonando paulatinamente a una parte sustancial de quienes en 2011 le dieron el histórico triunfo de los 11 millones de votos. Para reconquistar no pocos de esos sufragios perdidos, debe recuperar aquel espíritu de la refundación, no claudicando ante el dogma del marxismo gransciano, y afrontar la inexcusable batalla cultural. Porque tratar de vencer jugando en campo contrario, es derrota segura. No es cuestión de sede, sino de principios.
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