Opinión
Gobiernos antisistema
El papel de los antisistema no es gobernar el sistema
Los sucesos vandálicos de estos días en Madrid, Barcelona y otras ciudades no pueden quedar como un episodio más de los que protagoniza la actual versión de la kale borroka por uno u otro motivo. En este caso, coinciden unas circunstancias que exigen esa singular atención, y no sólo por su violencia.
El desencadenante es el ingreso en prisión por orden judicial de un rapero para cumplir la condena a la que viene obligado por reincidencia en la comisión de diversos delitos. Y la reacción se pretende «justificar» por considerar que es la libertad de expresión la condenada en su persona. Lo singular es que desde las filas del Gobierno se aplauda esa violencia, y simultáneamente se exija además un control sobre los medios de comunicación. Es un signo de estos tiempos y esta sociedad el «señalamiento» a los periodistas y a los medios, mientras se apoya a quienes violentamente en las calles afirman defender la libertad de expresión.
Las palabras y las ideas tienen consecuencias y, así, estamos en una sociedad, un país y un Estado democrático gobernados por quienes tienen por referencia y como objetivo dictaduras comunistas en su versión bolivariana o soviética. En un Estado de Derecho, el respeto a la ley y a la autoridad legítima es innegociable, y tienen consecuencias sociales ejemplos como el de Cataluña, convirtiendo en héroes políticos y socios del Gobierno a quienes burlaron la ley desde el poder. El papel de los antisistema no es gobernar el sistema.
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