23F

Anécdotas del 23-F

La anécdota divertida la protagonizó doña Margarita, la ciega. Me la contó Doña Pilar

A veces una anécdota deja de ser un hecho curioso irrelevante y se convierte en la pequeña luz del candil que ilumina el escenario, el detalle que faltaba para comprender lo que ha pasado. Estas que traigo aquí son anécdotas del 23-F. Me parece que describen, en conjunto, la inquietante atmósfera cargada de miedo y el desconcierto que se apoderó de los dirigentes españoles aquella tarde-noche, hace justo 40 años.

Aurelio Delgado, “Lito”, el cuñado y colaborador más cercano de Adolfo Suárez, llamó nerviosamente desde La Moncloa a sus hermanos para que juntaran todo el dinero que pudieran en efectivo; después se comunicó con el director del aeródromo de Sanchidrián (Ávila) y contrató de palabra una avioneta para trasladar aquella noche fuera de España a Amparo Illana, la mujer de Suárez, y a sus hijos. Poco después se presentó en el despacho de “Lito” el capitán de fragata, Nicolás Lorduy, ayudante militar del presidente, y le anunció que se unía al golpe y se iba al Congreso de los Diputados. También estaba dentro del Congreso “Tito” Gorostegui, comandante de Caballería y ayudante de Gutiérrez Mellado. Fueron dos infiltrados, que consiguieron entrar y salir del edificio, lo que da idea del desbarajuste, y proporcionaron valiosísima información de primera mano para desbaratar la intentona. Por si acaso, el general Gutiérrez Mellado encargó a su ayudante que, si prosperaba el golpe, sacara a su familia a la Embajada de Panamá.

En La Zarzuela se había agrupado toda la familia. Habían acudido las hermanas del Rey y sus maridos, mientras don Juan llamaba insistentemente desde Estoril. Pilar era la encargada de atender a su padre. Dentro reinaba la confusión. Había miedo a la llegada de la Acorazada. Don Juan Carlos llamaba a los capitanes generales. Estaban indefensos. Sólo un soldado custodiaba la puerta de entrada aquella noche. La anécdota divertida la protagonizó doña Margarita, la ciega. Me la contó Doña Pilar: “Mi hermana de vez en cuando se queda dormida. Está sentada, inclina la cabecita y se duerme profundamente. Es lo que ocurrió esa noche. Estábamos todos aterrados, porque temíamos que en cualquier momento llegaría la Acorazada Brunete. ¡Es que creíamos que venían los tanques! Y en eso sonó un fuerte ruido. Mi hermana pegó un salto en la butaca y dijo: “¡Coño, los tanques!” El ruido procedía del aire acondicionado que acababa de ponerse en marcha. Pero pasamos mucho miedo esa noche”.