Podemos

Los ansiados sillones de la casta

Sánchez no tiene ningún interés en que los podemistas aumenten su presencia en las instituciones

Una vez pasadas las elecciones catalanas, hay dos temas que centran el interés político. El primero es si el próximo gobierno de la Generalitat va a optar por seguir la deriva radical independentista o si va a decidir bajar el pistón e intentar pactar económicamente más recursos con el estado y, de paso, volver a llevarse una rebanada de autogobierno.

El segundo foco de atención es la negociación entre PP y PSOE de cara a la elección de los órganos de algunas instituciones, entre ellas RTVE y el nuevo Consejo General del Poder Judicial.

El acuerdo en la composición de los órganos de RTVE se ha consumado, lo que indica que el del CGPJ no debe andar muy lejos.

Hasta el momento, las posiciones estaban bloqueadas por la posible incorporación de vocales próximos a Podemos. Parece que era el escollo más importante y con el que Casado ha hecho bandera, situándolo como una línea roja intransitable para los populares.

En el fondo, Sánchez no tiene ningún interés en que los podemistas aumenten su presencia en las instituciones. A estas alturas ya sabemos que el líder socialista no logra empatizar con nadie y que su tendencia natural es su éxito individual, entendiendo que ello requiere la caída de todo lo que tiene alrededor.

Iglesias también ha demostrado que es más listo y sabe retorcer el brazo del socialista hasta conseguir de él todo lo que se propone, por eso, para Sánchez, la entrada de vocales propuestos por el líder morado es una necesidad de cara a mantener un mínimo de estabilidad en el gobierno de coalición.

Hasta ahora, Iglesias asegura que han cerrado dos nombres de la lista. Pero eso no significa mucho, si Sánchez puede, le dejará fuera en el último momento.

La situación ha llegado a un punto en el que alguien tiene que perder. O Casado aparece públicamente dando marcha atrás y aceptando la incorporación de los morados, cuestión que le terminaría de dar la puntilla y que sería como el mejor de los sueños de Vox, o Iglesias se queda fuera y sería una humillación pública en la que quedaría claro que está en el gobierno para disfrutar del maravilloso café que se sirve en el Palacio de la Moncloa.

Realmente, la situación más débil la tiene Podemos. Después del ataque mediático que lleva sufriendo en los últimos meses, en parte promovido desde el entorno del presidente del gobierno, si Iglesias tensiona demasiado o se le ocurre romper el gobierno en un caso extremo, la interpretación que harían los electores no es tanto que el PSOE le excluye sino que lo único que le interesa a Iglesias son los nombramientos y los sillones.

Esta vez no se trata de entrar en el gobierno, cosa que deseaban muchos de sus votantes entendiendo que era la única esperanza que tenían de cambiar cosas, ahora se trata del forcejeo por repartir cargos, lo que tanto odiaban de la casta.