Estados Unidos
Y a los 36 días, bombardeó
Al recién ilegítimo presidente norteamericano Joe Biden –impuesto por los medios oficialistas de comunicación del mundo entero y por «Dominion machines»– le ha bastado 36 días para bombardear puestos militares de Siria. Lo que no hizo su predecesor Donald Trump en cuatro años lo acaba de perpetrar en un pestañear el presidente manoseador de niñas y oledor de nucas femeninas. Mientras ordenaba el bombardeo y proyectaba algún que otro rifirrafe (otrora subsanado durante la administración anterior) con Marruecos, firmaba decenas de contra-leyes y propósitos para convertir al país más próspero y libre del mundo en una Cuba o en una Venezuela. Nadie, o muy pocos, dicen nada de nothing en contra de lo que es irrebatible, que sea: estamos ante un loco, o frente a un tipo enfermo manipulado en extremo por fuerzas no tan ocultas.
Nadie dice ni esta boca es mía, ni lo dirán, pues se trata del líder anhelado, demócrata socialista, aunque más comunista en el fondo que Bernie Sanders. Y, por supuesto, mañana pudiera ordenar una masacre que tampoco ocurriría absolutamente nada, porque es el presidente que el «stablishment» necesita para entre otras cosas guerrear a su antojo. Sabido es que las guerras son las que enriquecen a esta gentuza que actúa detrás de los que fingen gobernar. De modo que Joe Biden ya cometió su primer bombardeo y vendrán otros, no os preocupéis, que por bombardear no quede. ¿La prensa? Arrobada, encantada de haberle conocido en su plan macabro y belicoso, continuador del de Barack Hussein Obama y precedentes...
¿Le darán el Premio Nobel de la Paz a Joe Biden después de este hecho? Muy seguramente, tal como se lo concedieron a Obama y a Juan Manuel Santos en Colombia. Al primero para que bombardeara según su placer y el de los «millonetas» guerreristas de este mundo, y al segundo para que convirtiera a los terroristas en políticos que pudiesen incidir con ventaja en el sistema democrático del país; y que se produjera desde La Habana, organizado todo y consentido por el régimen terrorista cubano que tiene a Sudamérica y a medio mundo manejados mediante hilos colgantes de la garra del tirano Raúl Castro y las de sus adláteres. La imagen es patética, lo sé, pero la realidad lo es.
Se dice rápido, treinta y seis días, y ¡va y vete a lanzar bombas! Ni una organización por la paz, ni una personalidad antibelicista de Hollywood se ha erguido en contra de esta infamia. ¿Dónde andan el actor al que algunos hemos rebautizado como What Else, el del café Nespresso, y su esposa, la magistrada libanesa defensora de los DD HH? ¿O es que los únicos que tienen derecho a los derechos son los que la izquierda dictamine?
Se suponía que iba a ser Donald Trump quien nos conduciría a la Tercera Guerra Mundial. Ya ven. No. Fue Xi Jinping con la plandemia del PCCH. Suponían además, que Joe Biden sería –comparado con Trump– un ángel de luz pacifista y, voilá! Ahí tienen el resultado: bombas para Siria no bien se estrena.
El mundo anda muy mal, lo reitero. Es como si a cada ciudadano de este planeta le hubiesen arrancado los ojos, y de paso vaciado el cerebro para rellenárselo con estiércol de esas vacas cuyos pedos molestan tanto al multimillonario Bill Gates. Tanto molestan las vacas a Bill Gates, que el muy sesudo afirma que lo mejor es acabar con el ganado vacuno y comer carne plástica. Que vaya y le cuente a los cubanos acerca de la carme plástica: después de más sesenta y dos años de hambre institucionalizada, que hasta pizzas con preservativos chinos derretidos por encima en lugar de queso, y picadillo de colcha de trapear, han comido… Pero Bill Gates, al igual que Biden, forma parte de la misma camada elitista. No se extrañen si por esputar semejante opinión le condecoren con algún Nobel científico, y si tal Nobel a su «altura» no existiese, que se lo inventen especialmente a la medida.
Ojito, que igual Bill Gates ha decidido comprar grandes porciones de las tierras de la América profunda, como las ha adquirido, con el único objetivo de destruir la ganadería e imponer la cosecha que a él se le cante por sus santos millones. Sin embargo, el nivel de mongofierismo de la gente llega a extremos insólitos, ¿cómo pueden seguir pensando que este anciano Biden de paso trastabillante y habla balbuceante sea quien se ocupe de gobernar en Estados Unidos? Resulta más que evidente que quien maneja al títere es Kamala Harris, quien a su vez cumple órdenes de Obama, y éste ya sabemos…
¿Que se cargarán el país? Pues claro, en menos tiempo de lo que pensábamos. Si han conseguido bombardear Siria en apenas 36 días de gobierno, ¿qué no lograrán hacer en tres o cuatro meses con Estados Unidos, al que tanto odian? Sobre todo, porque al parecer la población estadounidense ha cambiado, aquella fiereza y orgullo que se le conocía a los «rednecks» es cosa del pasado y de las películas. Se les nota como amodorrados, dóciles, inertes. ¿Qué quedó del cowboy indómito, del sheriff intrépido, del indio indoblegable? Pues cenizas e historia. Reflexionen: sólo 36 días, y bombas sobre Siria, y todavía quedan cuatro años. Ojalá los extraterrestres del demente de Simon Parkes sean reales. ¡Ojalá!
✕
Accede a tu cuenta para comentar