Barcelona
Del Quijote a la Colau
El Pleno del Ayuntamiento de Barcelona, con la alcaldesa Inmaculada Colau al frente, ha pedido el indulto urgente para el reincidente Pablo Rivadulla, de nombre artístico Hasél. Sus entusiastas seguidores han acusado recibo de esa petición, tras llevar más de una semana defendiendo su particular idea de la libertad de expresión, vandalizando las calles de la Ciudad Condal; y ahora continúan asaltando comercios, destrozando el mobiliario urbano, agrediendo a los Mossos, e incluso quemando una furgoneta de la Guardia Urbana barcelonesa con agentes dentro. Esta es la peculiar forma que tiene el consistorio de defender a la Ciudad y sus vecinos.
En la esquizofrénica «rauxa» en la que está instalada la política catalana con el «procés», simultáneamente aprobaron otra moción condenando la violencia callejera. Para no ser menos, la Generalitat pone el foco en los Mossos para revisar el modelo policial, y abre una investigación interna sobre el impacto recibido por una manifestante en un ojo.
Solo falta que ahora el Gobierno «espejo» al del Consistorio de Colau –o sea, el de Sánchez e Iglesias– promueva la revisión del CP no para evitar que esos actos de barbarie se reproduzcan, sino para que los bárbaros no se vean obligados a tener que repetirlos al considerar violentada su idea de la libertad de expresión. En cuanto al indulto del «artista», irá en el lote de los «presos políticos». «Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres...». Lo que va de la Barcelona del Quijote a la de Colau.
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